Una reforma electoral tiene que ser resultado de un amplio consenso político, que mejore el sistema de elecciones y cuente con un buen diagnóstico y no ser impulsada porque “cae gordo el INE”, porque siendo así “no vale la pena”, dijo el consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova Vianello.
Al participar en la mesa Agenda Electoral: Revocación de Mandato y ¿posible reforma?, organizada por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), reiteró que un cambio constitucional no es necesario ni pertinente. “Podemos ir a las elecciones del 2024 con el sistema electoral que tenemos”.
Acompañado de los expresidentes del Instituto Federal Electoral (IFE) Luis Carlos Ugalde y Leonardo Valdés, destacó que una modificación al sistema electoral tiene tal relevancia que debe estar bien pensada.
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“Una reforma electoral tiene que ser bien pensada, sustentada en datos, tiene que hacerse con la suma de muchas cabezas, no con la suma de muchos hígados”, aseveró Córdova Vianello.
Añadió que si el sistema electoral actual no funcionara “no habría sido posible organizar 322 elecciones en estos ocho años y que no fueran problemáticas”.
El presidente del INE planteó que “¿si no hay una reforma electoral la democracia mexicana está en riesgo en 2024?, la respuesta es clara y contundente: No” y afirmó que lo único que sucederá “es algo a lo que ya nos tiene acostumbrados el INE, que las elecciones del 2024 serán mejores que las del 2021, porque la capacidad de mejorar de la autoridad electoral se va perfeccionando”.
Dijo que todas las reformas realizadas desde 1996 en adelante, se han llevado a cabo y puesto a prueba en una elección intermedia, no en una presidencial.
Córdova Vianello reiteró que si se decidiera hacer una reforma electoral se debe cumplir con tres características para que no se convierta en un problema: que sea resultado de un amplio consenso político, porque si hay alguien que se siente excluido, que ve las nuevas reglas como una imposición “se abre la puerta a que sea un problema después”.
Segunda condición, abundó, que sea para mejorar el sistema, “si es para que la Secretaría de Gobernación vuelva a controlar las elecciones, no vale la pena”.
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Y tercero, continuó el Consejero Presidente, que sea producto de diagnósticos adecuados, “que parta de cifras y no humores. Si la base de la reforma es que me cae gordo el INE y traigo atravesado al INE y al IFE desde hace no sé cuánto, pues entonces va a salir mal. Una reforma tiene que estar sustentada en muchos datos”, especificó.
Por su parte, “el cuidado y defensa del Instituto Nacional Electoral es un asunto de última batalla, es un asunto límite, de la mayor importancia, por lo que modificar su naturaleza es cruzar una línea roja de la cual puede ya no haber retorno”, advirtió, Luis Carlos Ugalde.
“Una vez que se rompe esa vajilla es muy difícil pegar sus partes” agregó, al exponer que lo que está en el fondo son dos visiones: una idea liberal y representativa de una democracia de contrapesos; y otra que hoy quiere involucionar bajo la premisa de que la democracia es un instrumento para modificar la realidad.
Por ello, el INE, que es una pieza central del control político, se constituye en un obstáculo para el control de la realidad, por lo que consideró que su defensa debe de estar aparejada con “una lucha política e intelectual para explicar y defender la concepción liberal de la democracia representativa en México”.
Sobre la iniciativa de reforma, apuntó que “es un ataque fundacional a la lógica del funcionamiento de un órgano autónomo como el INE” y externó su preocupación, porque el hecho de que no se apruebe podría continuar y alimentar la narrativa del Presidente en contra del Instituto y en marzo cuando se elijan los cuatro consejeros electorales, Morena busque candidatos afines a su visión ideológica.
En seguida, Leonardo Valdés hizo un análisis de la iniciativa de reforma electoral y mencionó que si bien hay que discutir el financiamiento a los partidos políticos, que representa 0.16% del presupuesto, precisó: “decir que hay que suprimir el ordinario y dejar todo el gasto de campaña, es abonar en la inequidad de la competencia”.
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Especificó que las reformas electorales podrían ser para reducir costos y hacer más eficiente la administración y la justicia electoral, pero de manera racional, no como se plantea, ya que puede producir que las autoridades electorales no puedan operar.
Valoró que la iniciativa de reforma electoral renueva la autoridad electoral cada régimen, en cada gobierno, “para tener su Instituto Electoral para organizar la elección que lo va a suceder, eso es volver al control autoritario de la Comisión Federal Electoral”.
Es decir, se acaba con las oficinas permanentes de la institución y como sucedía con la Comisión Federal Electoral se instalan, cada tres años, órganos provisionales que se van a encargar de organizar las elecciones, “eso es un paso atrás muy importante”, agregó Valdés.
LEO