Ya era hora. Ya era hora de que alguien hiciera algo. Desde hace más de dos meses Vladimiro Putin golpea a Ucrania con saña. Los líderes mundiales se han ido reuniendo con Zelenski en Kiev para expresar su solidaridad, pero también para hacerse la foto; esa foto que representa el visado del pasaporte con el que pueden vencer en sus respectivas elecciones.
Dicen los que le vieron que el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, tenía el rostro muy serio cuando se reunió con Vladimiro Putin en Moscú. Por fin después de dos meses de guerra el portugués Guterres hace un viaje a la capital rusa. En un paso en la buena dirección. Tampoco salió nada en limpio, pero era fundamental un gesto de esas características para que el resto del mundo entendiera que Putin no podía salirse con la suya.
Muchos quisieron más de esa reunión. Quisieron que el líder de Naciones Unidas consiguiera la palabra paz de los labios de Putin; o al menos la palabra tregua. Pero el presidente ruso está muy por encima de todo eso como para ni siquiera imaginarse en pronunciarlas. Putin tiene que salir airoso de esta guerra o, por lo menos airoso de cara a su electorado. Quiere quedarse hasta el 2036 y aunque siempre vence por mayoría, esta guerra puede mermarle.
Para quedarse en el poder va a hacer lo que sea. Y lo que sea es eso, lo que sea. Su ministro de exteriores, Serguéi Lavrov, quien por cierto lleva dieciocho largos años ejerciendo como canciller y es una de las figuras más cercanas a Putin, ya ha amenazado con la posibilidad de que el conflicto se pueda internacionalizar e incluso que pudiera llegar a una tercera guerra mundial con consecuencias devastadoras por el armamento nuclear. Palabras muy parecidas las ha pronunciado Putin para no dejar dudas. Por eso cuando alguien como él es capaz de sugerir que la guerra puede internacionalizarse hay que tomarlo muy en serio. Putin no es un hombre de incontinencia verbal. No habla, actúa. Y a veces con consecuencias indeseables. No hay más que ver lo que está ocurriendo en Ucrania.
El secretario general de Naciones Unidas tiene mucho aún que hacer, mucho por decir. Sería absurdo mandar ahora cascos azules a Ucrania para ser los hacedores de la paz. Sería suicida. El mero hecho de que los casos azules pusieran el pie en Ucrania, lo tomaría Rusia como una afrenta. Pero sin embargo Guterres tiene la autoridad moral de parar los pies a Putin, incluso si en teoría el líder ruso tuviera razón en exigir, como lo hizo en un principio, la retirada de misiles de la OTAN de territorio europeo.
Nadie sabe lo que pueda durar esta guerra. Hablan del nueve de mayo, pero eso sólo Putin lo sabe.
@pelaez_alberto