Deforestación, sobrepastoreo y fenómenos naturales como el de La Niña -que se agravan conforme el cambio climático gana terreno-, atizan las sequías de África, Medio Oriente y América. Ante la crisis, Naciones Unidas recuerda que cuando la tierra se degrada deja de ser productiva, los espacios naturales se deterioran, y las emisiones de CO2 aumentan, perjudicando la biodiversidad y minando el bienestar de 3 mil 200 millones de personas.
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En España, la sequía es un fenómeno que se ha consolidado lentamente desde hace 40 años, resultando en temporadas secas cada vez más largas y que ahora se hacen visibles no solo en los campos agrícolas, también en sitios como las ruinas del Vilar, un pueblo tragado por el río y que, por falta de lluvia, ahora descubre nuevamente sus edificaciones.
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En el cuerno de África, la sequía está detrás de la crisis alimentaria que sufren unos 13 millones de personas. Mientras tanto, en California, EU, las autoridades han implementado un racionamiento de agua que solo permite a la gente regar el jardín en ciertos días, por ejemplo.
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