El Gobierno de la Ciudad de México llevaba cierta trayectoria propia. La jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, mostraba un relativo margen de maniobra frente a Palacio Nacional para plantear algunas de sus ideas en la CDMX.

Sin embargo, tuvo que llegar una gran crisis para demostrar que, al final, más que jefa de Gobierno, Sheinbaum Pardo había revivido la figura del Regente de la capital del país.

La caída de un tramo elevado de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México fue un desastre humano, que había estado precedido de otras tragedias en ese mismo sistema de transporte derivadas de la falta del correcto mantenimiento.

En marzo del 2020 un choque en la estación Tacubaya del Metro dejó cinco lesionados. Como esto ocurrió unos días antes del confinamiento por Covid-19 el asunto quedó en el olvido.

En enero del 2021 se incendió el puesto central de control del Metro, ahí murió una mujer policía, y la información sobre las causas de ese hecho que tanto afectó el funcionamiento del sistema de transporte fue reservada para que no se conozca hasta después de que acabe este Gobierno.

Pero el 3 de mayo de ese mismo 2021 vino el derrumbe del tramo elevado de una línea del Metro que no daba margen para echarle la culpa a nadie que no viva hoy en día bajo el manto protector del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Así que no quedó más remedio a la 4T que asumir la defensa de sus corcholatas desde la cabeza de su movimiento. El propio López Obrador metió el cuerpo para cobijar, en especial a la jefa de Gobierno, y darle espacio para la supervivencia política.

Claro, la factura del mal Gobierno que es este y el incidente de la Línea 12 pasaron factura en las elecciones intermedias del año pasado y eso le costó al Gobierno de Sheinbaum replantear cualquier iniciativa personal de cómo administrar la Ciudad de México para convertirse en una simple caja de resonancia de lo que diga y haga López Obrador.

En ese modo de supervivencia estaba la que, sin duda, es la favorita del presidente para sucederle, cuando Claudia Sheinbaum decidió tomar un inexplicable camino de debilitamiento político.

La jefa de Gobierno contrató con recursos públicos a la empresa internacional Det Norske Veritas (DNV) para hacer un peritaje externo de lo que ocurrió en esa Línea 12.

En términos de la agenda electoral todo iba bien en las dos entregas del informe, porque el más afectado era su contrincante interno Marcelo Ebrard, pero el tercer y último informe tenía algo que hizo que Sheinbaum explotara y actuara de manera impulsiva.

Descalificaciones y amenazas de demandas a DNV por la tercera parte del informe. ¿Qué logró con ello la jefa de Gobierno? Sí, curiosidad por saber qué la hizo reaccionar de forma tan autoritaria.

Y no pasó mucho tiempo para conocer esa tercera parte del informe. El diario español El País, tuvo acceso a ese complemento del trabajo de DNV y, sí, muestra fallas en las inspecciones y en el mantenimiento.

El problema es que a esa posible negligencia de su Gobierno se suma la reacción autoritaria. ¿Cómo van a ayudar ahora a Sheinbaum desde Palacio?



  @campossuarez