Se cuenta que el coctel conocido como Cuba libre, el cual mezcla ron cubano con refresco de cola, surgió durante la guerra entre España y Estados Unidos entre 1895 y 1898, cuyo propósito fue expulsar a la potencia europea de Cuba, lo que favoreció el triunfo de la independencia de la isla caribeña, que se concretó hasta 1902, con el advenimiento del primer presidente cubano, Tomás Estrada. ¡Viva Cuba libre! era la forma de brindar, con esa bebida, por la amistad entre ambas naciones.
No obstante, durante la primera mitad del siglo XX, la Unión Americana mantuvo una notable influencia sobre Cuba, que impedía el derecho de su pueblo a elegir su propio destino; incluso se le llegó a denominar como Las Vegas latina, ante la gran cantidad de casinos y actividades ilícitas para provecho de estadounidenses, lo cual era posible gracias a la complicidad con el Gobierno del dictador Fulgencio Batista, quien diera un golpe de Estado en 1952.
La Revolución cubana (1953-1959) significó el fin de esta influencia y un distanciamiento entre los dos países, que hasta la fecha sigue obstaculizando el desarrollo de la nación del Caribe. Esta gesta, que fue apoyada por el grueso de la población, se interpretó como una afrenta a los intereses de Estados Unidos, por lo que éste intentó recobrar su dominio, como con la invasión de Bahía de Cochinos, en 1961, la cual fue frustrada por las fuerzas revolucionarias, que lograron intercambiar a los soldados enemigos capturados, por alimentos y medicinas que requerían las y los habitantes locales.
Ante aquellos fallidos intentos de retomar el control de Cuba, Estados Unidos impuso un embargo económico (conocido también como bloqueo) para entorpecer el desarrollo y limitar los resultados de la política revolucionaria, el cual consiste en discriminar a la nación cubana de sus intercambios comerciales y presionar a otros países para hacer lo mismo.
La historia nos ha demostrado que detrás de este bloqueo no existen razones válidas, sino pretextos que esconden la verdadera motivación: el hecho de que una isla tan pequeña y un pueblo tan humilde hubiera encarado y vencido la dominación del país más poderoso del mundo. A este respecto, Ernesto “Che” Guevara expresó en 1964 ante las Naciones Unidas: “Ya no hay enemigo pequeño ni fuerza desdeñable, porque ya no hay pueblos aislados”.
La propia ONU ha condenado el mencionado bloqueo en 29 ocasiones de manera ininterrumpida desde 1992 —cuando comenzaron las votaciones en este sentido—, sin que con ello se haya logrado su eliminación. De igual modo, en 1994, durante la primera Cumbre de las Américas, organizada en Estados Unidos, esta nación únicamente dejó de invitar a Cuba entre todas las del continente, y se espera que en la novena edición de ese encuentro, previsto para el próximo mes también en la Unión Americana, nuevamente se le excluya de participar.
Conocedor como lo es de la historia latinoamericana y caribeña, el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha manifestado a favor de la inclusión de Cuba en ese evento, lo que resulta congruente con su postura internacional en pro de los países menos favorecidos, como en la formulación del mecanismo COVAX para la distribución democrática de vacunas anti-Covid-19. Este renovado liderazgo tiene la intención de volver a reunir o, cuando menos acercar, a esas dos naciones, para volver a festejar la libertad cubana.
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