EVIDENCIA. Tormentas de arena, olas de calor, deslaves, heladas y sequías, cada clima en el planeta se vuelve extremo… y se agota el tiempo para cumplir con los objetivos que logren detener (o acaso mitigar) la catástrofe. Los científicos lo saben. Tan solo en el último mes, múltiples protestas del gremio ambientalista se han presentado en todo el mundo, advirtiendo sobre los irreversibles efectos que las acciones humanas tienen sobre el planeta, observables en fenómenos que empeoran a causa del acelerado cambio climático.
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Según un estudio publicado esta semana por el grupo colegiado World Weather Attribution, el calentamiento de la Tierra provocado por las actividades humanas es un factor que aumenta la frecuencia e intensidad de las inundaciones y sequías, una afirmación que hasta hace poco los científicos evitaban hacer.
En Chile, una sequía regional a consecuencia del estrés hídrico al que empujó la mano del hombre ha puesto en jaque a agricultores y vulnerado el derecho al agua de sus ciudadanos.
En Estados Unidos y Canadá, heladas fuera de lo común durante el último invierno paralizaron las comunicaciones, el transporte, y la cadena de suministros de todo el continente. Para Australia, una prolongada ola de calor simultánea al fenómeno de La niña -que en teoría enfría la temperatura del océano-, ha provocado el blanqueo de 91% de la Gran Barrera de Coral, abriendo la posibilidad de ser declarado como un lugar “en peligro” por el Comité del Patrimonio Mundial de Naciones Unidas.
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