La calificación crediticia de México está ahí, en la orillita del grado de inversión. Si se asoma de un lado verá todos los escalones hacia arriba que conducen a las economías, maduras y emergentes, que son mucho más prudentes con su manejo político, social, económico y financiero.
Pero si se asoma al otro lado, lo que se encuentra México es el precipicio del papel basura, de esos destinos donde los inversionistas no quieren estar.
No hay duda de que es una buena noticia que la firma calificadora Fitch Ratings reafirme la calificación de la deuda soberana mexicana en su nivel de BBB- y, además, con perspectiva estable.
Es un dolor de cabeza menos para un país que despierta muchas dudas internas y externas.
Si se lo dejamos a la Secretaría de Hacienda, México parecería Disneylandia o Suiza ante los ojos de esta firma evaluadora de riesgos.
En su comunicación de la ratificación de Fitch de la nota mexicana la 4T presume que Fitch resalta la prioridad del Gobierno mexicano en mantener la solidez de las finanzas públicas y un déficit fiscal moderado.
Pero Hacienda dice más, asegura que esto ha permitido un entorno de credibilidad macroeconómica y buen acceso a los mercados financieros. Después de esto, no quedaría más que un aplauso de pie al Gobierno de López Obrador.
Por ahí, en su comunicación oficial, Hacienda da cuenta de algunos pequeños riesgos que desde sus filtros del vamos requetebién alcanza a ver en la comunicación de Fitch, por supuesto, todos externos.
Que si la política monetaria de Estados Unidos, o las disrupciones en las cadenas de suministros por culpa del conflicto en Europa del Este o los chinos con su política de tolerancia cero a la Covid-19. En fin, México en la posición de víctima circunstancial.
Pero si nos vamos al documento original de Fitch Ratings, ahí sí nos encontramos con esas calamidades externas, pero también con una larga lista de problemas generados por el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador que podrían acabar por empujar a México a ese precipicio de la calificación basura.
La calificadora destaca el fracaso de aprobación de la contrarreforma eléctrica de López Obrador, pero no deja de apuntar el mal ambiente que prevalece para las inversiones en el sector energético y la necesidad que tiene este país de contar con al menos 10 mil millones de dólares en inversiones en ese sector durante los próximos 15 años.
Y apunta una larga lista de riesgos. La falta de consistencia y credibilidad en la política macroeconómica es un riesgo de degradación crediticia que enfrenta México. El deterioro en las finanzas públicas, el deterioro en la gobernabilidad que afecta la confianza.
Fitch Ratings lo dice con toda claridad, México está reprobado en los criterios medioambientales, sociales y de gobernabilidad.
México tiene un régimen reprobado en estabilidad política, respeto al Estado de derecho, a la institucionalidad, calidad regulatoria y control de la corrupción.
Todo esto pesa para que en un futuro esta economía no se pueda sostener en el grado de inversión que México sostiene desde el más bajo de los escalones.
@campossuarez