Dicen que el crimen no paga… y llegar a una posición de poder tampoco exime a las personas de afrontar las consecuencias de sus actos previos. Esta semana lo pudimos observar claramente en dos casos europeos.
La justicia británica condenó ayer a 18 meses de prisión al exdiputado Imran Khan por la agresión sexual infligida a un adolescente de 15 años en 2008.
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Declarado culpable en abril por la South Crown Court, el diputado, de 48 años, dijo que pensaba recurrir y dimitió de su escaño.
El 23 de julio se llevará a cabo una votación parcial en su circunscripción (West Yorkshire) para sustituirle, en un contexto difícil para el Partido Conservador, el del primer ministro Boris Johnson, a causa del escándalo de las fiestas organizadas en Downing Street durante los confinamientos y de la caída del poder adquisitivo de los británicos.
Durante una fiesta en 2008, Khan dio de beber ginebra a un joven. Según la acusación, lo llevó después al piso de arriba, lo empujó sobre una cama y le pidió mirar pornografía antes de tocarle pies y piernas.
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En tanto, la presión aumentó este lunes en Francia sobre Damien Abad, nombrado recientemente ministro por el presidente Emmanuel Macron, después que dos mujeres lo acusaran el fin de semana de haberlas violado, hechos que el político desmiente.
“¿Un hombre inocente debe dimitir? Yo creo que no”, aseguró a la prensa Abad, nombrado en la cartera que se encarga de las personas discapacitadas.
El portal Mediapart publicó el fin de semana una extensa investigación en la que dos mujeres acusan al político con discapacidad, de 42 años, de haberlas violado en 2010 y 2011. La fiscalía de París archivó en 2012 y 2017 dos denuncias de una de las denunciantes.
El presidente galo apenas ganó la reelección.
LEG