Casi 90% de la cerámica que se utiliza en India proviene de Gujarat, una región al noroeste del país junto al Mar Arábigo.
Los artesanos, que suelen pertenecer a familias y comunidades que por tradición se dedican a la alfarería, trabajan la arcilla. El uso de máquinas hace que algunas partes del proceso sean más rápidas, pero la mano humana siempre está involucrada.
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Cuando las burbujas de aire en su interior han sido eliminadas, un pedazo se coloca sobre el torno y comienza su modelado. Casi al final, una esponja húmeda va de arriba a abajo suavizando los bordes. Luego tienen que secarse por completo. Cualquier rastro de humedad en su interior podría echar a perder todo el trabajo si se rompe dentro del horno.
Ollas, jarrones, platos… Pero las vasijas para el agua están por perder todo propósito en un país que ve escurrir entre sus manos la poca agua potable que posee.
India, uno de los territorios más poblados del mundo, posee apenas 4% del agua del planeta, y 70% de ella no puede ser consumida por sus habitantes. Se dice fácil, se trata de un problema ambiental, pero es una grave crisis: además que el calentamiento global lleva temporadas de lluvias cada vez más cortas, la contaminación que termina llegando a los principales cuerpos de agua le arrebata la país un recurso vital.
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