organillero
Foto: Especial / El centro histórico de la CDMX es el punto de encuentro que alberga a “los organilleros”, una tradición que se ha vuelto imprescindible de México  

El centro histórico de la CDMX es el punto de encuentro que alberga a “los organilleros”, una tradición que se ha vuelto imprescindible de México , aquellos personajes que visten su uniforme en beige a juego con su gorra al estilo capitán, quienes acompañados de su organillo , un instrumento musical que es una caja portátil de madera con manivela, con la cual se van desplazando a lo largo de las calles, entre las avenidas y plazas de la ciudad para llenarla de color al ritmo de sus canciones.

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El oficio del organillero se hereda y se transmite de generación a generación “Mi familia se ha dedicado a esto, desde mis abuelos y tíos, es un negocio y tradición familiar” comentó en entrevista para 24 HORAS Roberto Serón, organillero de la CDMX.

Aunque, parece que el organillo tienes sus raíces en México su origen verdadero es alemán y se popularizó su llegada al país a finales del siglo XIX, con el movimiento migratorio de algunas familias alemanas que se instalaron aquí. Sin embargo, su gran auge fue a principios del siglo XX en la época de la Revolución mexicana, ya que, se cambiaron las canciones europeas por melodías populares mexicanas, o aquellas que hacían alusión a la revolución mexicana.

Uno de los mayores retos a los que se enfrenta este mermado oficio es la supervivencia en un medio que no valoran el instrumento actualmente, aunque sigue persistente en no desaparecer y así evitar su extinción “Si me gusta hacer lo que hacemos ya que mucha gente lo aprecia y mucha gente dice, toma para que no se pierda la tradición, vienen señoras de la tercera y me dicen, que cuando eran chicas sus papás las traían y les trae el recuerdo de escuchar estos bonitos instrumentos. Eso te llena en los días malos y la gente es la motivación “puntualizó Roberto.

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Además, no es una tarea fácil ya que, es necesario manipular un instrumento que suele pesar aproximadamente 40 kilos o más y transportarlo alrededor de las calles “Llevo laborando 3 años, trabajo seis días a la semana o a veces los siete, de 10:30 am a 5:00 pm más o menos, y los dueños de estos aparatos que son rentados tienen diversos lugares en las calles 16 y 5 de febrero, el salvador, República de Uruguay y por el museo de la Ciudad de México, por lo que tengo que estar en constante movimiento”. Enfatizó Serón.

Así mismo, es necesario aprender a conocer al organillo en todos sus aspectos técnicos, ya que, el oficio se enseña de los organilleros más especializados, sobre todo es indispensable mantener girando la manivela al ritmo del compás de la canción “hay canciones que son tranquilas y si les das de más suena un poco raro, incluso la gente se acerca y dice oye suena raro” indicó Roberto Serón.

Sin embargo, la caja musical solo es capaz de emitir ocho canciones que son repetidas día con día, dependiendo del instrumento puede tocar temas como el “Vals de Martha”, “Tú y las nubes” de Pedro Infante, “Siete leguas de Antonio Aguilar”, El Agente Viajero de Antonio Zamora, las golondrinas y las mañanitas, entre otras canciones.

Los organillos a su vez son antigüedades “el mío tiene 100 años”, por lo tanto es necesario contar con un mantenimiento constante “El cual consiste en abrirlo quitarle el polvo, revisar el rodillo el teclado que este en buenas condiciones, ya que en ocasiones se mueve y pasa algo que se llama movimiento de regla, dentro del aparato hay un teclado con unas puntitas metálicas que al momento de que pasa el rodillo se levantan y pasa la melodía, en ocasiones el teclado se va de lado y en lugar de tocar las notas correctas toca otras y puede perder el sentido de la canción, si pasa eso se levanta y se pone en regla, es decir se acomoda” puntualizó el organillero.

Ya que, si sufre una descompostura las reparaciones son caras aún se hacen de forma artesanal con los carpinteros, mismos que son pocos los que se dediquen todavía arreglarlos “por ejemplo, apenas se descompuso uno, se calló y se le rompieron las maderas internas, entre 14 personas nos tocaron 40 pesos, fueron $600 pesos por pegar las teclas rotas, ya que las piezas aún se hacen de manera manual con un carpintero” recordó Roberto.

A pesar de las complicaciones, el oficio sigue arraigado en el centro histórico el corazón de los organilleros, quienes sobrevivieron la pandemia saliendo de su lugar originario para trasladarse entre las calles de la CDMX, como la roma, la condesa, la viga, hasta en los semáforos para poder subsistir “En los tiempos de la pandemia nos tocó salir a caminar porque no había gente aquí llegábamos a las ventanas y había señoras que salían llorando de la alegría, porque no habían tenido la oportunidad de ir al centro histórico, y al vernos llegar a su ventana les conmovía y nos aplaudían, nos felicitaban y era algo que a nosotros nos llenaba de júbilo, recibimos mucho apoyo y cariño de la gente por eso seguimos aquí” concluyó.

LEG