En el juego de la realpolitik estadounidense, podrían estarse haciendo los cálculos de que el más dañado por el affaire de la lista de invitados a la IX Cumbre de las Américas sería el presidente Joseph Biden porque mostraría debilidad en su flanco doméstico cuando trata de imponer la hegemonía militar de la OTAN en el escenario de Europa.
En términos bilaterales, la posible ausencia de López Obrador en la cumbre no pasará de una anécdota porque la agenda bilateral se lleva con mayor precisión y eficacia en el contexto del Entendimiento Bicentenario. Pero en términos de liderazgo, mal se verá en la Europa de Ucrania y Putin que un Presidente mexicano haya desdeñado una invitación del todopoderoso Presidente estadounidense.
El presidente Biden vive en estos momentos un grave conflicto de funcionamiento del ala oeste de la Casa Blanca, donde un grupo de burócratas se la pasa corrigiendo los enfoques presidenciales y los funcionarios de la geopolítica parecen oficinistas de tercer nivel carentes de pensamiento estratégico.
Y en términos de coyuntura política, el presidente Biden debió haber sido más sensible a sus propios tiempos políticos: su aprobación anda ya abajo de 40%, las elecciones locales anuncian el regreso del poder republicano y Trump y el gobernador texano Abbott ocupan el espacio de las elecciones presidenciales estadounidenses de 2024.
Biden jugó al teléfono descompuesto con el presidente López Obrador, pero parece ser que el embajador Ken Salazar, en modo John Gavin, no le supo explicar a la Casa Blanca el efecto nacional de las frases del presidente López Obrador en sus conferencias mañaneras.
La ausencia de López Obrador en la Cumbre o su presencia con un discurso crítico previsible mostraría al mundo que el imperio estadounidense perdió el control en su patio trasero.
Zona Zero
- La estrategia de seguridad no ha podido cambiar la narrativa de interpretación de las cifras de homicidios dolosos, ni tampoco ha sabido responder con prontitud a incidentes que son interpretados por los críticos. En este contexto, el tema de la seguridad ha vuelto a posicionarse como prioritario en las preocupaciones sociales. La comunicación de Estado, bien diseñada y desarrollada, es un instrumento de gobernabilidad y de construcción de mensajes sociales.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
@carlosramirezh