El primer ministro británico, Boris Johnson, envuelto en un escándalo por fiestas celebradas en Downing Street durante los confinamientos, sobrevivió ayer a una moción de censura… pero salió debilitado, y aún puede verse empujado a dimitir.
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Amenazado desde hace meses por este escándalo, conocido como “partygate“, del que durante un tiempo parecía haberse salvado gracias al cambio de foco hacia la guerra en Ucrania, el controvertido líder británico se enfrentó al veredicto de los diputados de su mayoría conservadora.
Al menos 54 de ellos habían pedido un voto de confianza interno, pero solo 148 de los 359 diputados de dicha ala votaron contra el premier, quien obtuvo 211 apoyos.
“Es un resultado convincente, un resultado decisivo que nos permite como gobierno pasar a otra cosa y centrarnos en lo que realmente importa”, reaccionó el primer ministro, de 57 años.
Puesto que triunfó, el partido no podrá intentar otro voto de confianza durante un año. Sin embargo, el alto número de diputados que se expresaron en su contra lo deja debilitado.
“La historia nos dice que esto es el principio del fin”, afirmó el líder de la oposición laborista, Keir Starmer, a la radio LBC. “Si se observan los ejemplos anteriores de votos de confianza, incluso cuando los primeros ministros conservadores sobrevivieron (…) el daño ya está hecho, y normalmente caen razonablemente rápido”, subrayó, recordando los casos de Margaret Thatcher y Theresa May.
Próximamente, una comisión parlamentaria debe investigar si Johnson mintió a sabiendas a la Cámara de los Comunes, cuando en diciembre aseguró que no hubo fiestas en sus oficinas y que no se infringieron las normas anticovid.
CON INFORMACIÓN DE AFP
LEG