Jimmy Kimmel, figurón de la TV gringa, hizo una broma sobre la no asistencia del Presidente a la Cumbre de las Américas, esa inasistencia en señal de protesta, ya sabemos, porque no quisieron invitar al ala dictatorial del continente: Maduro, Ortega y Canel. Que lo de la negativa de nuestro líder, vino a decir el comediante, es lamentable no solo porque México es su vecino del sur, sino porque el Presidente Más Popular de la Historia tenía una “encomienda especial”: llevar el guacamole.
Lo de Kimmel es inadmisible. México no llega a la Cumbre con las manos vacías. Llega, de entrada, con la más aristocrática de las presencias cuatroteístas, que es nuestro canciller: Marcellus D´Ébrard, vizconde de Casaubón. Llega también con toda la generosidad de este Gobierno solidario.
El vizconde le informará a los vecinos del norte, que la 4T va a invertir 100 millones de pesos en Los Ángeles, para que prospere el programa Sembrando Vida. Normal: California, depauperada por el neoliberalismo, necesita de nuestra ayuda y esos 100 millones les van a venir como anillo al dedo. Sobre todo, nuestro canciller llega con la promesa de que Biden gozará de la conversación del Supremo muy pronto, cara a cara, uno a uno, para discutir la reorganización geopolítica del continente, en el que, se va a enterar, de hoy en adelante se respetarán los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos. Estamos ante una nueva era.
No, no llegamos con las manos vacías. Llegamos, por el contrario, llenos de regalos y con la autoridad planetaria de un líder que decidió flagelar al imperio con su ausencia. Con lo que de ninguna manera nos tocaba llegar, en cambio, era con el guacamole, por tres razones.
La primera es la ostensible resistencia de nuestro titular del Ejecutivo a cualquier alimento de origen vegetal. ¿Tlayudas, gorditas? Sí: en este país se promueven los alimentos viriles. Exotismos, jamás. El cilantro, ni para la barbacoa. La segunda razón es que estamos ya en fase de pobreza franciscana y el aguacate está por las nubes. Con eso de que el boicot mexicano como que no terminó de cuajar y están en la Cumbre representantes de todos los países de cierto peso, la cantidad de guacamole que tendríamos que llevar saldría en una fortuna.
Sobre todo, está la tercera razón: los productores de aguacate son rehenes del crimen organizado, y en este país al crimen organizado, como bien saben los gringos, no se le molesta.
Fatal, Kimmel. Aprende a conocer a tus vecinos, por Dios.
@juliopatan09