A pesar de la ola de violencia, el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que la estrategia de seguridad “abrazos, no balazos” se mantiene y justificó que los asesinatos en el país se dan entre grupos del crimen organizado.
“Hay lugares en donde predomina una banda fuerte y no hay enfrentamientos entre grupos y por eso no hay homicidios (…). Está muy vinculado a las bandas de la delincuencia que quedaron sembradas desde el periodo neoliberal, no son nuevos, son los mismos que vienen desde (Felipe) Calderón y se fortalecieron en los últimos tiempos”, manifestó en su conferencia.
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Lo anterior pese a que de acuerdo con datos del reporte “La Guerra en Números” –elaborado por T-Research MX y que retoma datos de la SSPC– del 1 de diciembre de 2018 al 15 de junio se contabilizaron 123 mil 364 homicidios dolosos en México.
En tanto durante todo el sexenio de Enrique Peña Nieto hubo 156 mil 056; en el de Felipe Calderón se alcanzaron 120 mil 463, y con Vicente Fox, 60 mil 280.
Francisco Rivas, director del Observatorio Nacional Ciudadano (ONC), manifestó que el actual Gobierno coincide con el de Calderón –uno de los principales referentes al pasado del mandatario– en la militarización, sin embargo el discurso ante la violencia es distinto.
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Con el panista, como parte de la llamada guerra contra el narco arrojó “daños colaterales”, tanto civiles como militares, en tanto López Obrador se ha volcado a señalar al pasado y a asegurar que 75% de los homicidios son por enfrentamientos.
En ese sentido, consideró Rivas, la estrategia de seguridad de Calderón era más definida, “tenía pies y cabeza”; es decir, era clara y con acciones complementarias; además de que “partía de un proceso de construcción institucional, la cual se hizo en conjunto con la extinta Policía Federal”.
EN BECAS, TINTES ELECTORALES
Mientras que el actual Presidente insiste en que la violencia no se debe responder con más violencia, y en que se deben atacar las causas que la originan, por lo que se otorgan becas a los jóvenes para impedir que sean cooptados.
Al respecto, Rivas expresó que aún no hay evidencia de que la pobreza por sí misma sea un factor que genere o que impulse a los jóvenes a delinquir , pues indicó que la marginación tiene que ver con el hecho de que un joven no tenga acceso a educación de calidad o que tenga un trabajo precario.
Indicó que los programas sociales no abonan a la prevención y si en verdad lo hicieran “no han tenido ningún efecto porque pues las cosas todavía están peor que al inicio del sexenio”.
El especialista señaló que de acuerdo con el mapa de distribución de los recursos los programas sociales tienen que ver más con cuestiones electorales.
“Están destinados a poblaciones en distritos electorales relevantes y no en donde haya más jóvenes en conflicto con la ley”, mencionó.
Ayer, López Obrador lamentó los sucesos ocurridos en San Cristóbal de las Casas, Chiapas; y Texcaltitlán, Estado de México, pero sostuvo que no se puede enfrentar la violencia con más violencia.
LEG