En México no tenemos más remedio que ser testigos de cómo este régimen destruye los avances del país, porque bajo los principios democráticos que nos rigen Andrés Manuel López Obrador fue elegido por una mayoría, para un periodo de seis años.
Hay que decir con total claridad que López Obrador nunca engañó a nadie, su “transformación” pasaba por devastar lo hecho. Solo ha fallado en proponer algo funcional a cambio.
Con algunas maniobras de interpretación de los reglamentos legislativos este régimen consiguió una aplastante mayoría en la Cámara de diputados durante la pasada legislatura que se moderó en la actual, pero que nunca ha sido suficiente para modificar la Constitución.
México padece hoy una destrucción autoritaria de muchas instituciones, pero la 4T mantiene la imposibilidad de meter mano a la Constitución. Y eso es lo que también hoy está en juego.
No se cansa el presidente López Obrador de dar muestras de autoritarismo. Se estrenó con la decisión de cancelar un aeropuerto que habría funcionado a la perfección. A cambio decidió tirar cientos de miles de millones de pesos a la basura en un aeropuerto lejano, inútil, que nadie quiere usar y que ya funcionando pierde dinero.
Otro golpe autoritario llega esta semana con el capricho presidencial de anular el Horario de Verano. Es inútil ya discutir su utilidad y conveniencia, todo se reduce a la vendetta de López Obrador porque alguna vez perdió esa batalla frente a Vicente Fox y hoy desde su posición autocrática da ese costoso golpe en la mesa y lo cancela.
El juego de las corcholatas es una flagrante violación de las leyes electorales que denota un reto a la autoridad electoral para demostrar que no pasa nada. Es como aquel voto de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que avaló la inconstitucional ley secundaria que modifica los principios constitucionales en esa materia.
Si pudieron hacerlo con la contrarreforma eléctrica, pueden aplicar su reforma electoral por encima de la Constitución. Aunque siempre estará incompleta la obra si no logran meterle mano a la Carta Magna para eliminar cualquier estorbo a los planes del máximo líder del movimiento.
Cuando intentaron cohesionar a legisladores opositores para acabar con la reforma energética, solo lograron un traidor priista. La fórmula que mejores réditos ha dado es pegar a la cabeza. Hoy esos embajadores y cónsules ex gobernadores de oposición avalan la utilidad del método.
Alito es indefendible, pero la posición de un presidente del Partido Revolucionario Institucional que no se doble ante el poder es indispensable.
El PRI es el talón de Aquiles de la oposición y desde la presidencia de un partido se designa a los coordinadores parlamentarios que saben qué cuerdas tirar para que los legisladores de su partido voten en un sentido o en otro.
Hay gobernadores que eligieron la plata de una embajada y a cambio dejaron entidades que hoy son gobernadas por Morena, el plomo puede caer en la dirigencia tricolor, en la forma de una rebelión dirigida desde afuera que permita hacerse de esos votos necesarios para consumar eso que hoy padecemos y llamamos 4T.
@campossuarez