Cuando un delincuente actúa contra un religioso pone en alerta los valores humanos más profundos, pero cuando dispara contra esos líderes espirituales es que los valores están no sólo invertidos sino desgarrados.
A pesar de la alarma que en materia de seguridad representa el asesinato de dos sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales, El Gallo, de 79 años y Joaquín César Mora Salazar, Morita, de 81 años, en Cerocahui, municipio de Urique, en Chihuahua, el propio Presidente de la república reconoció: “…hay bastante presencia del crimen organizado”.
Aproximadamente a las 18:00 horas un hombre herido por arma de fuego, Pedro Heliodoro, guía de turistas, pidió ayuda en la iglesia, los sacerdotes que se encontraban en una reunión en la casa de la comunidad pegada al templo de Cerocahui cuando escucharon ruidos en la iglesia y acudieron para auxiliar a un hombre herido, le fueron dada la última unción, motivo por el cual le disparó al igual que al padre Gallo y luego a Mora Salazar, los cuerpos de los tres fueron extraídos del templo y la comunidad jesuita acude a todas las instancias de Gobierno para que les sean devueltos para darles cristiana sepultura.
Los misioneros jesuitas dejan su pasado atrás para darle lo esencial a los grupos indígenas de la sierra de Chihuahua, precisamente en los lugares apartados donde no hay vigilancia ni ley.
Se ha señalado la sierra tarahumara como un punto muerto de la justicia, donde no faltan los delincuentes, de todo tipo que se aprovechan de la comunidad para crear refugios, extraer riquezas, arrebatar tierras, talar montes, traficar droga y armas. Nadie ha volteado para allá ya sea por complicidad o por miedo.
Ante esta situación los jesuitas alertaron que hechos de violencia como los ocurridos “no son aislados” y que en la sierra tarahumara se enfrentan condiciones de violencia y olvido.
Desde hace muchos años se ha denunciado la tala de árboles en la zona, lo cual perjudica al ecosistema y no hay ambientalista que voltee a denunciar públicamente este tipo de delitos. Las autoridades forestales, durante cuatro o cinco años no permitieron la deforestación en la región que controla con su grupo armado, perteneciente al cártel de Sinaloa.
El presunto asesino es Noriel Portillo, “El Chueco”, buscado desde hace tiempo por diferentes gobiernos y responsabilizado de ser el autor de diferentes hechos violentos.
En esa zona hasta la propia gobernadora echa mano de las propiedades de los tarahumaras, al regalar un terreno propiedad de este pueblo originario al empresario Luis Lara Armendáriz como pago por apoyar su campaña.
Maru Campos mandó la petición al Congreso local, con mayoría panista y decidieron donarle 16 hectáreas por el que pagará un precio 40 veces menor al de su valor.
A cambio de los 159,823.989 metros cuadrados, la empresa Parques American Industries, de Lara Armendáriz, pagará solamente 3.4 millones de pesos, a pesar de que el terreno fue valuado en 137 millones 546 mil pesos.
Este obsequio incluye la enajenación de un terreno ubicado en el Parque Industrial Chihuahua Sur que, hasta antes de la aprobación, pertenecía a Promotora para el Desarrollo Económico de Chihuahua, un organismo público descentralizado del estado.
El subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, Alejandro Encinas, anunció: “Acompañaremos a la provincial jesuita y a las autoridades estatales para el esclarecimiento de los hechos y el castigo a los culpables”.
Los talamontes, que muchas veces pertenecen a los cárteles de la droga, actúan a plena luz del día y su ley es la que se impone, logrando la impunidad de los delincuentes.
Los sacerdotes jesuitas ofrecen su vida para dar esperanza a comunidades que han sido olvidadas por gobiernos desde hace muchos años. Este asesinato es una manera dramática para que las autoridades que fueron omisas ante una realidad que se denunció por todos los medios, pueda rescatar su dignidad.
La condena a las autoridades responsables no sólo es por esta criminal acción, sino por todas las que incurrieron en ese lugar y la impunidad impulsó lo sucedido la tarde del lunes.
PEGA Y CORRE.- El senador panista Damián Zepeda, ex dirigente de ese partido consideró necesario reconsiderar continuar con la alianza opositora con el PRI y el PRD. Señaló que urge un alto en el camino y valorar las acciones del PAN y su dirigencia… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.