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Foto: @suj_contigo / Universidades jesuitas exigieron justicia y reparación de los daños, tras el asesinato de los curas Javier y Joaquín, así como del guía de turistas, Pedro Eliodoro  

El asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, así como del guía de turistas, Pedro Eliodoro Palma, ocurrido el lunes al interior del templo de la comunidad de Cerocahui, municipio de Urique, Chihuahua, develó el aumento “escandaloso” de violencia e inseguridad que se vive en la región de la sierra Tarahumara, ante el avance del crimen organizado.

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En una entrevista con 24 HORAS, el párroco jesuita de Creel, Javier Ávila -conocido como padre Pato- detalló que la escalada desatada en la región ya alcanzó a los rarámuris, quienes ahora son intimidados por los grupos del crimen organizado, que han avanzado hacia el robo y la tala de sus tierras.

“Como ya no tiene muy buen precio la droga que sembraban ellos, ahora se van sobre el bosque que tiene muy buen precio. Y a aquel rarámuri que intente defender su bosque lo matan”, precisó.

Ello, abundó, ha provocado el aumento de comunidades indígenas desplazadas.

“Los malandros les quitan sus tierras para sembrar ellos. El rarámuri no es agresivo, no se defiende como nos pudiéramos defender nosotros, a ellos los agreden y se retiran, no responden, lo que es un arma de dos filos, porque pierden sus bienes y su vida”, enfatizó el padre Pato.

JESUITAS ACUSAN RED DE COMPLICIDADES

A su vez, integrantes del Sistema Universitario Jesuita demandaron a los tres niveles de Gobierno una reestructuración del plan de seguridad del país, enfocado a la pacificación de la región, tras considerar que el actual, si es que existe, no funciona.

En el panel Justicia con Paz y Reconciliación, realizado en el ITESO de León, Guanajuato, el doctor Florentino Badial Hernández, director general de la Ibero Tijuana, dijo que detrás de éstas y otras tantas muertes se trama una red de complicidades y de corrupción que crecen como la mala hierba en un contexto de pobreza y crisis del Estado de derecho, que se ven en la sierra Tarahumara y otros municipios del país.

El doctor Francisco Morfin Otero, director de ISIA, denunció que los asesinatos en Cerocahui no son un acto aislado, sino una situación que asola a todo México, pero en especial a los territorios de los pueblos originarios.

“Es el terror, el miedo, el aislamiento y la muerte lo que van instituyendo desde los grupos organizados para el crimen, hasta los megaproyectos, en pueblos que desde sus distintas maneras de ver el mundo, apuestan por la vida, por una buena vida en armonía”, señaló.

Los académicos recalcaron que la política de seguridad nacional es tibia y no está interesada en proteger a la sociedad.

En tanto, el presidente Andrés Manuel López Obrador admitió que “esa zona de la sierra ha estado, desde hace tiempo, muy infiltrada, penetrada, dominada por la delincuencia” e indicó que lo más importante era hallar los cuerpos de las víctimas, lo cual ocurrió este miércoles.

“Y seguramente fue tolerado, esto lo saben bien, los jesuitas y lo saben muy bien los que viven en Urique, en Chínipas y en Creel, saben perfectamente cómo se fue creando toda esta organización y el contubernio con autoridades”, precisó.

AQUÍ NOS QUEDAMOS

Ante la situación de violencia y luego de admitir que ha recibido varias amenazas de muerte, el padre Pato afirmó que se quedarán en la sierra Tarahumara, porque la gente no tiene a quién acudir “y nos toman como abogado, policía, como todo”.

“Por supuesto que la vida tiene un quiebre, se lastima, es doloroso lo que sucede, pero fortalece nuestra opción y decisión, que no es como la del Gobierno que tiene opciones de sexenio; nosotros tenemos opciones de vida y venimos a entregarnos a esta gente de por vida y allí está la muestra de nuestros hermanos Javier y Joaquín”, finalizó.

 

 

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