Las grandes leyendas deportivas son admiradas por las gestas que labraron en su carrera y que firmaron récords nunca vistos. Sin embargo, esas marcas fueron potenciadas por un padecimiento que, lejos de perjudicarlos, les hizo sacar una ventaja para vencer a sus adversarios.
Extremidades más largas, Michael Phelps, el atleta que ganó más medallas en toda la historia de los Juegos Olímpicos, padece el Síndrome de Marfan, una rara enfermedad que provoca el alargamiento inusual de las extremidades y puede llegar a ser mortal si afecta a órganos vitales.
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El estadounidense ha sabido aprovechar este padecimiento, pues sus brazos y piernas le permiten una cadencia de movimientos perfecta que le han permitido conquistar todas las medallas posibles.
Con respecto a esto, Mario Mercader, especialista en medicina del deporte, señaló en entrevista para 24 HORAS que estas desventajas, desde el punto de vista anatómico, se vuelven ventajas a la hora de la competencia.
“Estos atletas tienen estatura, características físicas y metabólicas que les permitieron explotar todo su potencial. La principal desventaja es que esas anomalías físicas llegan a ser causantes de lesiones y de retiros”, dijo Mercader.
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Usain Bolt, considerado por muchos como el hombre más rápido del planeta y quien rompió todos los récords en el atletismo, fue diagnosticado con escoliosis, una enfermedad que provoca una desviación en la columna y afecta a las piernas. Lo cual ocasionó tener la pierna izquierda 1.5 centímetros más grande que la derecha.
La ventaja del jamaiquino es que su pierna más corta, la derecha, tocaba la pista con un 13% más de fuerza máxima que con la izquierda. Con cada zancada, su pierna zurda permanecía en el suelo un 14% más de tiempo que la diestra.
La acromegalia es una enfermedad que provoca el aumento del tamaño de manos y pies, algo que el legendario basquetbolista, Michael Jordan, padecía. Aunque esto nunca fue un impedimento para Jordan, al contrario, fue una gran ventaja para obtener el gran legado que dejó.
La carrera de Lionel Messi pudo haber acabado antes de comenzar, pues al argentino se le detectó un déficit en la hormona del crecimiento. Para que alcanzará una buena estatura, se le aplicaron inyecciones en las piernas.
El argentino no rebasó el 1.69 metros de altura, pero esa baja estatura le permitió tener un centro de gravedad más corto y un control de la pelota impecable que le ha hecho ser imparable para cualquier defensa.
Ronaldo Nazario es otro caso, pues el brasileño padece de hipertiroidismo, lo que provocó subidas inevitables de peso. En sus últimos años, el fenómeno se limitó a hacer carreras esporádicas durante los partidos que habitualmente terminaban el gol, el resto del tiempo permanecía en reposo.
LEG