Foto: Twitter |Un padre con sed de justicia pasó casi 30 años cazando al asesino de su hija, Kalinka Bamberski
Foto: Twitter |Un padre con sed de justicia pasó casi 30 años cazando al asesino de su hija, Kalinka Bamberski  

En 2009 la historia de André Bamberski causó gran revuelo, pues se trataba de un padre justiciero que a sus 72 años se enfrenta a la justicia tras haber cazado y secuestrado al asesino de su hija, Kalinka.

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¿El objetivo? Dieter Krombach, cardiólogo alemán de profesión y suplantador de ginecólogos que además había sido amante de su esposa 27 años atrás.

Bamberski y su esposa vivían felices en Casablanca , Marruecos, el hombre estaba al frente de una empresa con 850 empleados. En el mismo sitio vivía el cardiologo pero se desempeñaba como adscrito al consulado de Alemania.

En 1967 Kalinka llegó al mundo, aunque lo de vivir en familia no duró mucho para ella pues 7 años después, su familia se trasladó a Toulouse donde su madre no pudo soportar vivir sin su amante, Krombach.

Al poco tiempo se divorció y dejó la custodia de sus dos hijos a Bamberski y se casó con el alemán, con quien se mantuvo en relación por más de 15 años.

La tragedia llegó en  1982, Kalina se fue de vacaciones de verano junto a su madre pero jamás volvería a los brazos de su padre. La niña de 14 años fue asesinada “accidentalmente” por Krombach que sin motivo alguno, pues la niña estaba sana, le suministró una inyección intravenosa que le arrebató la vida.

Aunque hubo una “investigación”, el interrogatorio al alemán se dio por teléfono, posteriormente se hizo una autopsia al cuerpo de Kalinka para finalmente cerrar el caso en agosto del mismo año.

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El padre considero “incompleto” el procedimiento, “no se precisaba si Kalinka había tenido relaciones sexuales antes de morir, no se indicaba qué era la sustancia blancuzca que se encontró en su vagina, ni el origen de un pequeño desgarre en la vulva; ningún análisis toxicológico acompañaba la autopsia”, expresó para El País.

El hombre destrozado buscó apoyo en expertos en medicina legal en Tolouse, pues la única certeza que tenía gracias a los forenses alemanes era que después de la primera inyección Krombach le suministró más con intención de reanimarla pero estas eran “grotescas”.

El marroquí sospechaba que su hija fue drogada para ser abusada, y prometió no parar hasta encontrar justicia, por su parte, la madre de la niña siguió casada con el alemán hasta 1990, cuando supo que había embarazado a su secretaria.

La cacería del padre comenzó, y en 1984 presentó en Francia una denuncia penal contra Krombach, posteriormente un juez dio luz verde a la exhumación del cadáver de la niña y los forenses concluyeron que había muerto a causa de la inyección.

11 años después, el hombre consiguió una pena de 15 años para el asesino de su hija, sin embargo, este no se encontraba en el país y pudo burlar la justicia.

Desde ese punto, la vida del padre se convirtió en un constante acecho a Krombach, exigiendo que se entregará a la justicia.

Bamberski contrataba investigadores privados para encontrar la ubicación del cardiólogo, que con frecuencia cambió de localidad para evitar el acoso pues sabía que el padre viajaba 3 o 4 veces al año a Alemania para exigirle entregarse.

“Llamaba a su puerta, le pedía pacíficamente que se entregará a la justicia francesa y él me decía que yo estaba loco, que actuaba así por venganza, porque me había robado a mi mujer”, contó.

Sin embargo la justicia continuaba sin llegar para Kalinka por lo que el padre decidió escalar y orquestó un secuestro. “El homicidio prescribe en 2015. Yo tengo 72 años y Krombach 74. No quisiera que ninguno de nosotros fallezca antes de que se haga justicia. No me quedaba más remedio que suplir, parcialmente, las carencias de la justicia”.

Y así fue como en 2009 el doctor Krombach apareció encadenado a la reja de un portal en una calle de Mullhouse (este de Francia). Tenía golpes en todo el cuerpo, principalmente la cara y estaba atado de  pies y manos pero estaba vivo.

Krombatch se tuvo que enfrentar no solo a su condena, tambien haría frente a su historial pues en 1997 fue condenado a 2 años de prisión por anestesiar y violar a una  niña de 16 años, ademas de continuar ejerciendo la medicina en una clínica clandestina después de que se retiro la licencia.

Por su parte el padre tendría que enfrentar cargos por secuestro, agresión y asociación con células criminales (quienes secuestraron a Krombach), sin embargo estaba satisfecho con el final de su vida.

«Me siento aliviado. Estoy en paz conmigo mismo. También mi hija estará en paz. He dedicado mi vida a esta búsqueda. Asumo ahora todo lo que pueda ocurrirme. Nunca pensé matar a Krombach. Mi única sed era la de justicia», dijo el padre después de entregar al asesino de su hija a la justicia.

El tema ha vuelto a tomar relevancia después de que Netflix estrenó una docuserie.

GR