El papa Francisco llegó este domingo a Canadá para una “peregrinación penitencial” durante la cual pediría perdón a los indígenas sobrevivientes de abusos cometidos en escuelas residenciales dirigidas por la Iglesia Católica.
El pontífice argentino, de 85 años, aterrizó en Edmonton, oeste de Canadá, iniciando la primera de las tres etapas de su viaje. Fue recibido, a la salida del avión, por el primer ministro Justin Trudeau y por la inuit Mary Simon, representante de la reina Isabel II.
Francisco se dirigirá también a Quebec e Iqaluit, la capital del territorio de Nunavut, ciudad del norte del país, sobre el archipiélago ártico, antes de emprender el retorno, el viernes.
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Previo a su partida de Roma, el papa envió un mensaje en Twitter a sus “queridos hermanos y hermanas de Canadá”.
“Vengo entre ustedes para reunirme con los pueblos autóctonos. Espero que, con la gracia de Dios, mi peregrinación penitencial pueda contribuir al camino de reconciliación ya iniciado. Por favor, acompáñenme con la oración”, escribió.
En el avión insistió ante los periodistas acerca del carácter penitencial de su visita, consagrada principalmente a las poblaciones amerindias autóctonas que hoy representan el 5% de los habitantes de Canadá y que se identifican en tres grupos: Primeras Naciones, Metis e Inuit.
Estos últimos fueron sometidos durante décadas a una política de asimilización forzada, fundamentalmente a través de un sistema de pensionados para niños, subvencionados por el Estado pero administrados en su gran mayoría por la Iglesia.
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Alrededor de 150.000 niños autóctonos se matricularon desde finales del siglo XIX hasta la década de 1990 en 139 escuelas residenciales, donde pasaron meses o años aislados de sus familias, su idioma y su cultura.
Muchos de ellos fueron abusados física y sexualmente por directores y maestros y hasta 6.000 murieron por enfermedad, desnutrición o negligencia.
Canadá está abriendo paulatinamente los ojos a este pasado calificado como “genocidio cultural” por una comisión nacional de investigación.