Desafortunadamente, en México todos los días se registra un crimen atroz, que en algunas ocasiones se vuelve mediático y en otras sólo queda en la estadística, pero en ambos casos la impunidad golpea a las víctimas y a sus familias.
De acuerdo con Causa en Común, de enero a diciembre de 2021 se reportaron 8 mil 759 víctimas de crímenes atroces en el país.
En el actual sexenio se instrumentó una política de abrazos y no balazos, es decir del no uso de la fuerza en contra de criminales y evitar lo más posible los enfrentamientos con los grupos delincuenciales.
Además se ha reiterado que los asesinatos y la violencia tienen que ver con ajustes de cuentas entre integrantes del crimen organizado y del narcotráfico, nada más falso.
Cuál puede ser el vínculo del narcotráfico con una mujer madre de un menor autista que fue quemada viva, igual que otra madre y sus dos hijos cuya familia les disputaba un predio, o con el estudiante que por ser otomí fue quemado en su escuela, o bien con la joven que salió a una fiesta y como cientos no regresó a su casa porque la asfixiaron.
Lejos del discurso oficial en el que se insiste que toda la violencia registrada en el país forma parte del crimen organizado, se encuentra también la violencia familiar, la violencia comunitaria y violencia social, que han sido desatendidas.
Las atrocidades como masacres, mutilaciones, descuartizamientos, torturas, violaciones, asesinatos de menores, linchamientos, entre otras, tienen un terrible común denominador: la impunidad.
Cada que uno de estos crímenes atroces se hace público escuchamos de las autoridades, sin importar colores partidistas ni orden de Gobierno, las mismas declaraciones y promesas: llegaremos al fondo de los hechos, se castigará con todo el peso de la ley, no quedará impune. Lamentablemente nada de esto se cumple.
Peor aún, son las mismas autoridades las encargadas de buscar todos los elementos para deslindarse de su responsabilidad, dejando de lado la búsqueda de elementos para castigar a los culpables.
Y como ejemplo basta escuchar las declaraciones del fiscal general de Jalisco, Luis Joaquín Méndez, quien lejos de proteger a Luz Raquel como víctima de un hecho atroz, la revictimizó al señalar que fue ella quien compró botellas de alcohol y un encendedor que se encontraron en el parque donde murió quemada.
Pero nada dijo de las denuncias que la misma Luz Raquel, quien era el sostén de su madre y de su hijo autista, había realizado a la propia Fiscalía, institución a la que le solicitó seguridad por las amenazas de las que ya había sido objeto.
No se trata sólo del crimen organizado, las masacres, los asesinatos a menores, a mujeres, a personas vulnerables, las violaciones, van más allá de la guerra contra el narco, tienen que ver con la descomposición de un sistema en el que predomina la atroz impunidad y en el que definitivamente los abrazos no alcanzan para combatir los balazos.
Y en Pregunta Sin Ofensa:
¿Logrará Morena salir unido tras la votación para renovar su Congreso Nacional? Luego de que este fin de semana hubo golpes, acarreos y robo de urnas en su elección… ¿O será el principio de su precipitada caída?.
@aguilarkarina