@guerrerochipres
Una administración de cambio de régimen se distingue por la manera en que los titulares de las Secretarías de Estado se corresponden con una noción de cercanía ciudadana, movilidad social y acción afirmativa. Todo ello está representado por la segunda mujer que se hará cargo de la SEP durante la gestión de AMLO.
Leticia Ramírez, profesora de educación primaria por la Benemérita Escuela Nacional de Maestros, con estudios de Antropología Social en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, tiene por delante el reto de supervisar uno de los sistemas educativos más grandes de América, con cerca de 2 millones de docentes, más de 30 millones de estudiantes y unas 255 mil escuelas, según datos del INEGI.
Deberá abordar el rezago educativo que provocó la suspensión de clases presenciales por cerca de un año y medio debido a la emergencia sanitaria por Covid-19 y la caída en la matrícula de educación básica y media superior.
Tiene la experiencia de atención a la ciudadanía de primera mano, desde hace 28 años. Entrega hoy un área que todos los días atiende, en promedio, más de 350 peticiones ciudadanas, y antes de la pandemia llegaron a ser más de 450. La misma Dirección de Atención Ciudadana de la Presidencia de la República estima que da respuesta a más del 80%.
La maestra Lety —como la llaman en su equipo— sintetiza cualidades indispensables en un Gobierno que se ha propuesto transformar la relación con la ciudadanía: compromiso y voluntad en beneficio de quienes más lo necesitan, así como eficiencia en el servicio público.
Colocar en el centro de atención las necesidades de la población es un ejercicio que implica escuchar, documentar, averiguar y realizar gestión con entidades públicas, gobiernos estatales y hasta municipios. Sin vocación y empatía, sería imposible.
Esa experiencia le servirá ahora de frente a la articulación política que requiere la Secretaría de Educación Pública con actores caracterizados por la movilización popular que busca la interpelación de las fuerzas hacia la igualdad social; con aquellas cuya identidad se construye alrededor de la responsabilidad institucional, y con el esfuerzo privado que ocupa 12% de la oferta educativa nacional.
Podemos anticipar que el esfuerzo de Ramírez es parte de un legítimo apetito de continuidad que trascenderá la próxima elección presidencial, especialmente en términos de la educación entendida como un derecho que además converge con lo que la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, llama atención a las causas dentro de su estrategia de seguridad.
Educar es, también, la posibilidad de sanar el tejido social, familiar y comunitario con valores que promueven una cultura cívica de nueva generación en donde la desnormalización de las violencias cabe, y esto lo ha registrado a detalle Ramírez durante sus años de servicio, que ahora inauguran una nueva etapa.