El plan de estudios piloto de la Secretaría de Educación Pública (SEP) se implementará sólo en 0.48% de las escuelas de educación básica; es decir; en 960 de 196 mil 524 que hay en el país, donde se dejará de lado la calificación numérica, se otorgará libertad de cátedra e incrementará el currículo de Humanidades.
Al presentar el plan, la titular de Educación, Delfina Gómez, admitió que el proyecto apenas está por materializarse, por lo que pidió al magisterio no “angustiarse”, ya que se trata de una política pública de largo plazo, cuyo proceso de transición se realizará con “paciencia y sin acelerarse”, por lo que no estableció una fecha para que opera en todas las escuelas del país.
De acuerdo con el documento, presentado ante la Comisión de Mejora Regulatoria (Conamer), la enseñanza se dividirá en 12 grados y seis fases de aprendizajes esperados.
La fase 1 se considera de 0 a 2 años; la fase 2, de educación preescolar; la 3, primero y segundo de primaria; la 4, tercero y cuarto; la 5, quinto y sexto, y la 6 comprenderá los tres grados de secundaria.
Lo anterior servirá para medir los conocimientos y saberes que deben alcanzar los alumnos en cada una, basados en cuatro campos formativos: pensamiento científico, lenguajes, que incluye inglés y lengua indígena; ética, naturaleza y sociedades, así como de lo humano y lo comunitario.
En el diagnóstico, la SEP indica que la última reforma a los planes de estudio, realizada en 2017, se basó en que los aprendizajes esperados y el desempeño docente respondieron a “las prioridades e intereses de los organismos nacionales e internacionales con los que se acordó su aplicación a nivel nacional”.
Sin embargo, en las casi mil escuelas piloto, 10 por cada nivel y en cada estado, se implementará un nuevo sistema, en el que la calificación numérica de los alumnos quedará al margen, porque ésta “ha permitido que se clasifique socialmente a los estudiantes de acuerdo con el número que se les asigne; además, ha permitido que se elaboran clasificaciones nacionales e internacionales para evaluar a las maestras y los maestros, la escuela y al sistema educativo en su conjunto”.
¿Y LA CALIFICACIÓN?
Aunque no específica la forma en que se calificará a los alumnos, el documento señala un proceso de acreditación en cada grado de estudio, en el que se tomará en cuenta el avance en de las seis fases de los campos formativos y los profesores tendrán la responsabilidad de observar la evolución de los aprendizajes de los alumnos.
El proceso de acreditación dependerá del juicio de los maestros, el cual no se elaborará “sumando las actividades y asistencias de los estudiantes ni sacando promedios al final”.
Los docentes deberán allegarse de “una serie de evidencias que se logran materializar en exámenes, entrega de trabajos, tareas, cuestiones que incluso se pueden agrupar en un portafolio para determinar la asignación de una calificación que requiere el sistema educativo”.
El documento solo desglosa de forma general el perfil de egreso de la secundaria, en el que se señala que uno de los fines es que los jóvenes “interpretan fenómenos, hechos y situaciones históricas, culturales, naturales y sociales a partir de temas diversos e indagan para explicarlos con base en razonamientos, modelos, datos e información con fundamentos científicos, saberes comunitarios y diversos lenguajes, como el escrito, extranjero, tecnológico, entre otros”.
Una de las razones de que no queden definidos los aprendizajes esperados en cada grado de estudios, como en anteriores planes curriculares, es por la autonomía de gestión que se otorga.
“Se reconoce la autonomía profesional del magisterio para contextualizar los contenidos de los programas de estudio de acuerdo con la realidad social, territorial, cultural y educativa de los estudiantes, así como los criterios de evaluación de los aprendizajes, la didáctica de su disciplina, el trabajo colegiado interdisciplinario, y su formación docente”, indica el documento.
CONSIDERARÁN EL CONTEXTO
En el llamado codiseño de los planes curriculares, los maestros tomarán en cuenta los campos formativos básicos, pero tendrán libertad de implementación, de acuerdo con las “condiciones escolares, familiares, culturales, territoriales, sociales, educativas, ambientales, así como de diversidad sexualidad y de género en las que se ejerce la docencia”.
Por lo que decidirán “cómo, con qué medios, en qué espacios y tiempos van a vincular dichos contenidos con los ejes articuladores en un campo de formación específico, lo que implica elegir también las acciones que van a realizar para vincular lo aprendido con la realidad de niñas, niños y adolescentes en el marco de la comunidad”.
El gobierno de la cuarta transformación espera que con el nuevo plan la educación lo aprendido se materialice por “medio de un diálogo de saberes de las ciencias, las artes, la literatura, la historia, la filosofía, la vida cotidiana de otras culturas y pueblos hasta ahora invisibilizados o decididamente discriminados del currículo oficial”.
Fernando Alcazár, director de judicialización de Mexicanos Primero, comentó en entrevista con Azucena Uresti que “el plan comienza con los menores de recién ingreso, y no afecta a los qué se encuentren en segundo año”.
Asimismo, indicó que “no desaparecen los grados escolares, la idea de las fases es tener el material y entenderlos de una nueva manera”.
LEG