México es un país de mitos, muchos son incluso la forma de subsistencia de algunos pueblos como un atractivo turístico, tal es el caso de Ixcateopan en Guerrero, donde sus pobladores resguardan los restos del último emperador mexica, protagonista del documental de Pablo Jato: El último tlatoani.
El cineasta al enterarse de esta historia se da a la tarea de realizar una investigación de la que surge este trabajo cuya historia se centra en los restos de Cuauhtémoc, “ese ha sido un tema de debate por décadas enteras pues tanto los institutos como los académicos en México desestiman su autenticidad a pesar de que en su momento la arqueóloga Eulalia Guzmán afirmaba que efectivamente eran la osamenta del gobernante mexica.
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“El objetivo era rescatar la memoria de los pueblos originarios que están convencidos de que en Cuauhtémoc fue sepultado ahí y así lo piensan desde hace generaciones, para ellos se volvió una forma de vida, pues incluso sobreviven del turismo que llega a la iglesia de Santa María de la Asunción en Ixcateopan, para muchos sagrado”, declaró a 24 HORAS, Pablo Jato.
El creador intentó obtener alguna declaración del arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma en torno al tema; “tardé mucho tiempo en conseguir siquiera una entrevista con él, y cuando al fin lo logré, se me aclaró que cualquier cosa que tocara en relación a esto, haría que la entrevista se cancelara, y no tuve de otra más que incluir un par de párrafos que él menciona en un libro”, resaltó el cineasta.
Su objetivo era solo hacer un documental que no fuera polémico, que contara una historia diferente. Sin embargo, este hecho se basa en tres sucesos pero el más fuerte es aquel en el que se está protegiendo el suceso histórico que ha prevalecido por 500 años acerca del lugar de descanso de esta figura destacada de la historia de México y por la que le fue destruida la carrera y prestigio de la arqueóloga Eulalia Guzmán.
Por ello, Jato considera que “el documental El último Tlatoani, sufre la tortuosa realidad del cine mexicano, la cancelación y persecución del mismo”, aunque logró encontrar un espacio en la Filmoteca de la UNAM donde la tarde del miércoles cumplió con el objetivo primario de cualquier trabajo de esta naturaleza, ser exhibido en una sala cinematográfica.
LOS TROPIEZOS QUE RESARCIR
Pero problemas aún más grandes vinieron después ya que asegura que los enemigos que se ganó en el sector cultural por El espejo del arte nunca dejarían que esta última producción se exhibiera en salas de cine, sin que las autoridades le den una razón específica sobre la reticencia a permitir la exhibición de su trabajo.
“Si bien la anterior se logró pasar en La Cineteca, fue por la buena relación que tenía con Nelson Carro, director de difusión y programación “quien me pidió para esta ocasión lo mismo que en 2015, una cantidad de dinero y una botella de vino, pero después de recibirla, me ignoró totalmente.
“Cuando inscribí el documental para ser tomado en cuenta para su programación su directora me dijo que mi película era muy mala, y que no la podían meter en a selección por ello, pero le pregunté de qué trata y solo se me quedó viendo, con eso me dijo todo, no la había visto y nadie la ve porque ya está escrito que mi nombre no puede ser incluído en nada”, agregó el director.
Sin duda el pináculo de la cancelación llegó cuando la Presidencia de la República entró en el juego. “Por los preparativos de los 500 años de la caída de Tenochtitlán encontramos un momento idóneo para que se exhibirá y la enviamos directamente a la oficina presidencial, la vieron y decidieron incluirla el 9 de agosto en la Cineteca Nacional como una función especial, fecha pospuesta al 13 de agosto y posteriormente cancelada sin explicación alguna, a pesar de los esfuerzos por parte de los pueblos originarios, quienes juntaron más de 500 firmas para que se reconsiderara la decisión, nada se logró”, acotó.
Actualmente Pablo Jato optó por pedir a la Filmoteca de la UNAM la oportunidad de proyectarla, y regalarla con la intención de que se utilice sin motivos de lucro; durante la exhibición hubo lleno total, con personas que quedaron fuera del inmueble, por cuestión de espacio, un fenómeno inusual para la Filmoteca.
“Estoy seguro que no soy el único que lo vive, debe haber más y con diferentes situaciones, y sí desanima, pero actualmente estoy trabajando en una siguiente producción”, finalizó Pablo Jato.
El último Tlatoani ya ha sido exhibida en otros países, sin embargo, en México todo apunta a que se quedará sin poder tener una exhibición amplia.
LEG