Se agradecen las buenas intenciones de la titular del Servicio de Administración Tributaria, Raquel Buenrostro, de tomar el control sobre la Secretaría de Hacienda y adelantar que no habrá miscelánea fiscal en el paquete que hoy se presenta al congreso.
La motivación, explica esta funcionaria, sin duda la más cercana al Presidente de todo el equipo encargado de las finanzas públicas del país, es motivar a las empresas a que tomen decisiones a partir de la certeza de que no habrá cambios en los impuestos.
Claro que ayuda a las empresas no tener que acostumbrarse a nuevas medidas fiscales, aunque hay otros temas que cruzan los terrenos de la hacienda pública que sí generan inquietudes al momento de evaluar proyectos de inversión en México.
Como no habrá nuevas fuentes de ingreso queda la duda razonable sobre cómo se financiará el creciente gasto público en los múltiples barriles sin fondo que tiene el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Ninguno de los proyectos de infraestructura emblemáticos de este régimen aporta algún retorno, al contrario, todos han rebasado sus presupuestos originales y requerirán transferencias enormes para los dos siguientes años.
Así mismo, los programas asistencialistas de López Obrador no generan una dinámica social de inversión y solo implican un aumento de recursos públicos sin control.
Generan dudas la manera como habrán de financiarse esos gastos, si implicará mayor endeudamiento público o nuevos recortes a gastos prioritarios, que ya han sufrido las consecuencias de la 4T.
Podrá haber certeza de las leyes de IVA y del ISR, pero nadie sabe dónde para la sangría que se hace al Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios, el IEPS, con los subsidios a las gasolinas.
En los primeros ocho meses del año el subsidio regresivo a las gasolinas por la vía del sacrificio tributario va en 293 mil millones de pesos y no hay ninguna certeza de cuándo decidirá el presidente López Obrador que ya fue suficiente, porque ese precio de los combustibles tiene un alto impacto político.
Mucho de eso lo habremos de conocer hoy mismo cuando el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, entregue el paquete económico completo al congreso.
Pero genera temor entre los inversionistas el hecho de que, una cosa es lo que digan las iniciativas de Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos, y otra muy diferente es lo que improvise, decida y ejecute el Presidente desde su conferencia matutina.
Y pueden ser anuncios sorpresivos que involucren directamente cuestiones económicas, como algún exabrupto nacional-populista contra el T-MEC el 16 de septiembre, o ver los alcances que pueda tener el acelerado proceso de militarización que padece el país.
Tampoco hay claridad del alcance que pueda tener para leyes tan determinantes para el país, como las electorales, ahora que la 4T impulsa ese divorcio opositor y aparenta un amasiato con alguna parte del priismo.
Todo eso es lo que genera dudas a los inversionistas de todos los tamaños y orígenes. Por lo demás, gracias al SAT por la certeza tributaría que regala al mercado.
@campossuarez