Latinoamérica registra un siglo perdido, asegura Banco Mundial
Foto: AFP / ARCHIVO / El Banco Mundial estimó el jueves que el aumento simultáneo de las tasas refuerza el riesgo de una recesión mundial en 2023  

En Estados Unidos, Reino Unido, la eurozona, pero también en la mayoría de las economías emergentes, los aumentos de las tasas de interés se suceden a un ritmo frenético para tratar de frenar la inflación, pero críticos temen que se ponga fin al crecimiento económico.

“Me recuerda lo que sucedía (en la antigüedad) con las sangrías”, afirma Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, en referencia a la práctica de hacer sangrar a un enfermo para curarlo.

“Cuando se hacía una sangría a un paciente, por lo general no se curaba, salvo milagro. Cuanto más lo sangraban, peor se ponía. Temo que los bancos centrales estén haciendo lo mismo”, indica.

Esta semana, los bancos centrales de Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea deberían seguir ajustando el cinturón. La Fed podría aumentar el miércoles sus tasas en 75 puntos base, o incluso en 100 puntos, después de cuatro aumentos desde marzo. Sudáfrica, Brasil y Suecia también buscan combatir la inflación.

El objetivo es aumentar el costo del crédito concedido a hogares y a empresas, desacelerar el mercado laboral, los incrementos salariales y, en última instancia, el aumento de precios. Sin embargo, después de seis meses de guerra en Ucrania y de las devastadoras consecuencias en algunas regiones del mundo, algunos están preocupados por las consecuencias de políticas monetarias restrictivas que intervienen de manera sincronizada.

El Banco Mundial estimó el jueves que el aumento simultáneo de las tasas refuerza el riesgo de una recesión mundial en 2023, especialmente en los países emergentes y en desarrollo, y pidió a los bancos centrales que continúen sus esfuerzos para reducir la inflación.

Además del remedio adoptado y sus efectos secundarios, el debate se centra también en las causas del mal.

Según Stiglitz, el aumento de la inflación se debe menos a un exceso de demanda que a los aumentos de los precios de la energía y los alimentos, y a los persistentes bloqueos de las cadenas de suministro. Fenómenos contra los cuales los bancos centrales tienen un campo de acción mucho más reducido.

 

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