(para AGP)

 

¿Estamos entendiendo con claridad la diferencia entre la necesaria intervención de las Fuerzas Armadas (FFAA) en tareas de Seguridad Nacional y el proceso de militarizar a México? Desde hace dos décadas, el país está sometido a una guerra sucia declarada por parte de los cárteles narco criminales. Enfrentábamos, desde entonces, una total descoordinación de nuestras fuerzas policiales en todos sus niveles, con los muy débiles organismos de inteligencia nacional. Fuimos totalmente rebasados.

Además, estos criminales tenían -y tienen- un arma de disuasión insuperable: dinero, muchísimo dinero, para comprar y corromper a las autoridades civiles, judiciales, policiales y militares.

El expresidente Felipe Calderón le declaró formalmente “la guerra a las organizaciones criminales” y la urgente necesidad de que las FFAA se hicieran presentes en las calles de todo el país.

La necesidad era clara, la estrategia fue muy cuestionable, pues sin un trabajo de inteligencia verdaderamente profesional, los resultados fueron en muchos casos, adversos. La capacidad corruptora de las organizaciones criminales terminó imponiéndose de forma contundente. Se evidenció, además, que nuestras FFAA estaban mal equipadas, eran insuficientes y con enormes carencias de inteligencia militar y de Seguridad Nacional. Había que fortalecer a las FFAA de forma urgente, dotarlas de presupuesto y modernizar su estructura para poder enfrentar a las organizaciones criminales y estar en condiciones de poder ganar y recuperar al país.

El Gobierno de Calderón fue incapaz de crear consensos políticos para unificar a las policías locales, estatales y federales y lograr una estrategia de Seguridad Nacional integral. Fue su gran fracaso.

¿Ha cambiado algo? Sí, las propuestas. Las de AMLO son: “Abrazos, no balazos” y militarizar a México. Van cuatro años y seguimos sin ganar la guerra a los criminales.

Fiel a su estilo autócrata de ejercer el poder, López Obrador ve en las instituciones nacionales dirigidas por civiles, a los enemigos que le impiden gobernar a su antojo y, peor aún, que se cuestione la legalidad de sus propuestas.

La militarización del país es la respuesta ideal del proyecto transformador de AMLO. La 4T militar.

Los discursos del General Luis C. Sandoval, Secretario de la Sedena, con la anuencia del Presidente, son muy preocupantes y reflejan, sin duda, la visión de López Obrador. Son, además, el punto de partida de la intervención de las FFAA en la vida política nacional de forma activa.

El militarismo es sinónimo de inmovilismo, nada puede hacerse sin una orden superior expresa, no más decisiones autónomas. Todo está supeditado a un orden jerárquico, desaparece el criterio de las personas, surge la tropa subordinada.

El militarismo exige respuestas y excluye el diálogo. No se pueden cuestionar las órdenes, solo se acepta un ¡sí señor! Las instituciones que representan a la democracia -el INE y el mismo Congreso- dejan de tener sentido, pues el consenso es sustituido por la instrucción inobjetable.

El militarismo no acepta la crítica de los medios, solo vale lo que a su parecer es el bien supremo nacional -la 4T militar- así, se preanuncia la censura y se amenaza a la libertad de expresión.

El militarismo no sabe convivir con los derechos humanos, estos son contrarios a su naturaleza autoritaria.

Las FFAA por mandato Constitucional, son los garantes de nuestra soberanía nacional y no deberían ejercer las actividades civiles que AMLO les ha asignado. Rescatemos a un México gobernado solo por civiles.

@Pancho_Graue

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