Bueno, pues hemos logrado estar presentes en la prensa extranjera: como actor internacional, este humilde país del tercer mundo ha alcanzado, sino la consagración, al menos, diría el lugar común, sus 15 minutitos de fama. Se lo debemos a dos momentos recientes del Gobierno federal. Uno fue la selfie en los funerales de la Reina. Otro, la –llamémosla así– propuesta presidencial de paz para Ucrania.

Siempre es bueno hacer un esfuerzo por ponerte en el lugar del otro. Imagínate que eres una figura política ucraniana de alto rango. Que llevas siete meses en la resistencia, porque un tirano, en Moscú, decidió invadir tu país a partir de un entramado de mentiras, y que la invasión ha abundado en torturas, poblaciones civiles masacradas y ciudades bombardeadas. E imagínate que tu país, mucho más pequeño, no solo ha resistido al invasor, sino que ha empezado a recuperar territorio. De pronto, luego de un día largo en, digamos, el búnker, haces una pausa.

Te sientas, prendes el teléfono, te conectas a Twitter, y te enteras de que un señor que se llama Andrés Manuel López Obrador, Presidente de un país que se llama México, tiene una propuesta de paz. Que pongan todos las bayonetas cuchillo abajo y dejen las cosas en suspenso por cinco años. Que a platicar para que triunfe la paz en el mundo, así dice, en serio. Y que podemos pedirles que hagan de mediadores a António Guterres, el de la ONU, del que acaba de decir que es un inútil; el papa, que no le ve muchos defectos a, digamos, Nico Maduro, y Narendra Modi, señalado por las matanzas de musulmanes en la India. O sea, le dices al pueblo invadido que le dé chance de instalarse por cinco años, sin broncas, al pueblo invasor, y que tranquis: que van a mediar dos figuras del populismo de nuevo cuño.

¿Qué harías si fueras ese político, es decir, si fueras el señor Mykhailo Podolyak, asesor de Volodimir Zelenski? Probablemente le contestarías al Presidente mexicano que no es correcto usar las guerras ajenas para armarte campañas de relaciones públicas y que en realidad el suyo es un plan de paz que se dirige, por complicidad tramposa o por omisión tonta, a echarle la mano a Putin. Oso internacional, sí. Lo cual a nuestro Presidente le parecerá muy bien, porque 15 minutos de fama son 15 minutos de fama y porque no hay tal cosa como una mala publicidad.

Los demás, en cambio, tendremos que recordarle, con pena ajena, que la mejor política exterior es una buena política interior y que qué tal si ahí la dejamos.

Porfis.

 

 

      @juliopatan09