La semana pasada, luego de que la oposición en el Senado lograra detener la prórroga que permite a las Fuerzas Armadas mantenerse en las calles haciendo tareas de seguridad pública hasta 2028, el presidente Andrés Manuel López Obrador volvió a dar muestra de su ferviente populismo para gobernar.

Y es que el populismo está definido como una expresión maniquea del mundo, donde en la política existe una constante guerra entre el pueblo bueno que representa la virtud y el bien y las élites que representan el vicio y la corrupción, de acuerdo con el investigador Alejandro Monsiváis-Carrillo.

Otra vez, el primer mandatario descalificó a los senadores que no permitieron aprobar la propuesta priista, que asumió como suya, los acusó de conservadores e hipócritas.

Incluso, al más puro estilo de regímenes totalitarios, el primer mandatario dio a conocer una lista de 21 senadores de oposición que expresaron su voto en contra del proyecto para reformar el artículo quinto transitorio de la Constitución en materia de Guardia Nacional.

El Presidente lamentó que los legisladores no le otorgaran certeza jurídica a las Fuerzas Armadas por quienes asegura tiene un gran respeto y son ejemplo de lealtad y honestidad.

Lo que no explicó es porqué si las Fuerzas Armadas merecen todo nuestro respeto, con lo cual coincido, permitió que el viernes fueran agredidos en sus instalaciones del Campo Militar número 1 por presuntos estudiantes y padres de los 43 desaparecidos de la normal rural de Ayotzinapa, Guerrero.

Y es que, en el marco del octavo aniversario, que por cierto se cumple este lunes, de la desaparición de los estudiantes normalistas, el Gobierno de la Ciudad de México y el federal, les han permitido a los estudiantes manifestarse bloqueando por más de 24 horas importantes avenidas en la capital del país, haciendo pintas en embajadas con insultos racistas y xenófobos; además de enfrentarse y atacar con artefactos explosivos a los policías capitalinos, policías militares y Guardia Nacional.

Hemos visto videos en los que los elementos del Ejército son perseguidos por el crimen organizado, o bien humillados y golpeados sin que éstos puedan meter, siquiera las manos para defenderse, porque la orden desde Palacio Nacional es no a la represión.

Pero lejos de poner un alto a las agresiones y darles su lugar, ahora López Obrador pretende que sea el pueblo quien opine sobre si deben o no seguir en las calles a través de una consulta que -por supuesto- no será vinculante; es decir, una vez más prefiere la opinión popular que la certeza jurídica de las leyes.

 

Y en Pregunta Sin Ofensa:

Ante la falla en la operación de Estado que emprendió el Gobierno federal para obtener los votos de la oposición y con ello, aprobar la permanencia de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública hasta 2028, le habrá quedado claro a López Obrador que el de los acuerdos en el Senado es Ricardo Monreal y no Adán Augusto.

 

 

    @aguilarkarina