A 100 días del asesinato de dos sacerdotes jesuitas -Javier Campos y Joaquín Mora– en la comunidad de Cerocahui, municipio de Urique, en Chihuahua, la Compañía de Jesus en México manifestó que en la sierra Tarahumara se vive un clima de fragilidad en medio de la “lacerante” impunidad.
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“Las redes delictivas siguen operando en el municipio de Urique, Chihuahua, y el presunto autor del delito, líder criminal en la zona, continúa libre. Esto genera miedo entre las comunidades y una gran incertidumbre sobre el futuro”, denunció la institución.
La Iglesia urgió a las autoridades a que fortalezcan la seguridad para la población civil en la región a través de una estrategia de pacificación a mediano y largo plazo.
Añadió que la solución para combatir los índices de inseguridad no son las Fuerzas Armadas, sino el trabajo comunitario y civil.
EL CRIMEN
El 20 de junio pasado, un hombre armado irrumpió en la iglesia de los jesuitas cuando perseguía a un guía turístico –Pedro Palma-. Campos, de 79 años, y Mora, de 81, trataron de intervenir para apaciguar al agresor, pero éste disparó y mató a los tres.
Los criminales se llevaron los cuerpos, mismos que fueron localizados dos días después en otra localidad de la sierra Tarahumara.
Los restos mortales de los padres Gallo y Morita, como cariñosamente los llamaban los indígenas, fueron sepultados en el atrio de su templo, en Cerocahui.
El atacante fue identificado como José Noriel Portillo, El Chueco, de 30 años, quien ya era buscado por el asesinato de un turista estadounidense en 2018.
LEG