A medida que avanza el sexenio de AMLO y nos acercamos a los dos años electorales clave, se va haciendo más claro que el desgaste del Presidente está pasando facturas y la sucesión presidencial no será tan simple como Morena lo suponía hace un año.
AMLO conserva innegables cuotas de popularidad, pero cada vez le es más difícil sostenerlas; por tantas promesas incumplidas y un discurso ya agotado sobre la culpabilidad de administraciones anteriores para explicar el fracaso de su Gobierno. Ha perdido eficacia y credibilidad.
La relación tan estrecha entre las Fuerzas Armadas (FFAA) y el Presidente ha sufrido dos descalabros muy significativos: el primero -y más grave- es el del caso Ayotzinapa, donde la nueva “verdad histórica” está resultando mucho peor que la de Murillo Karam. Quedó claro que la descoordinación entre la FGR, Alejandro Encinas y los mandos militares es un verdadero desastre, ya nadie sabe quién encubre a quién. Absurdamente el Gobierno de AMLO se convirtió en el nuevo responsable del caso Ayotzinapa. Otra promesa incumplida con consecuencias electorales.
El Ejército -tan celoso de su imagen- arrastra un daño reputacional enorme. Si antes se exhibían razones para impedir la militarización de la vida civil, ahora lo que urge es que la autoridad civil ponga en orden al mando militar.
El segundo problema entre el Gobierno y las FFAA se produce en el peor momento posible y vulnera su razón de ser: la Seguridad Nacional y la defensa de nuestra Soberanía. Un grupo de hackers denominado Guacamaya, logra infiltrar a la Sedena y le roba información que deja desnudo al aliado más importante del Presidente. De la información revelada, solo conocemos una pequeñísima proporción, pero suficiente para confirmarnos lo que era evidente: la salud del Presidente no sólo es frágil, es mala. El caso de Ovidio Guzmán -que podría haber sido un gran éxito- se convirtió en un total fracaso -en todos los niveles- y obligó al propio Presidente a rendir la plaza ante los criminales.
La descoordinación entre el Ejército y la Marina, revelada en los documentos, demuestra que las FFAA no tienen la capacidad operativa para las tareas civiles que les ha encargado el Presidente. El problema es que el Presidente le quitó la cadena al tigre y ahora no sabe qué hacer.
Las elecciones en el Estado de México y Coahuila serán un reto mucho más serio de lo que el Gobierno y su partido suponían, el factor Alito se diluye sin remedio, y si bien es cierto que la alianza estuvo muy cerca de fracturarse, las dos elecciones irán con candidatos de la coalición.
En el Edomex, la decisión de que Delfina Gómez fuera la candidata se dio considerando que la alianza se vería doblemente fracturada: por el adelantamiento del PAN y el conflicto interno del PRI. Hoy el escenario más probable es que el gobernador Del Mazo logre los consensos con el PAN y presentar una candidatura común. Hay tiro.
En Coahuila, la alianza tiene razones para cierto optimismo, el Gobernador Riquelme ha hecho un buen Gobierno y cuentan con un muy buen candidato, Manolo Jiménez. Esta es una elección que la coalición necesita ganar sí o sí.
La verdad sobre la delicada salud del Presidente, no es un tema menor, Morena no tendrá en su mejor versión a su más importante carta electoral durante las próximas elecciones: AMLO.
Si en la oposición -alianza más MC- comprenden que la esperanza de muchos mexicanos desilusionados con AMLO y Morena no está en el discurso contestatario, sino en preparar la reconstrucción de la unidad de los mexicanos, puede haber un cambio de rumbo en las elecciones por venir.
@Pancho_Graue