Fue el PRI el que le puso un bloque legislativo a Vicente Fox, como represalia política por haber perdido las elecciones del año 2000 y es ahora el PRI el que se dobla para abrir una enorme grieta por la que pueden caber los cambios constitucionales que quiera el presidente Andrés Manuel López Obrador.
La impericia de Fox y la intransigencia priista provocaron un estancamiento de la economía mexicana. Y aunque se mantuvo la estabilidad, claramente hubo una renuncia a mayores tasas de crecimiento.
Pero que el régimen actual consiga imponer su agenda por la vía de la dominación, cuando una mayoría electoral no le dio el permiso de tener una mayoría calificada en el Congreso para hacerlo, abre un escenario que podría romper con la estabilidad económico-financiera de la que ha gozado el país durante este siglo.
Mantener la presencia de los militares en las calles un sexenio más tiene su propio camino de análisis de los riesgos, o beneficios, que ello conlleva. Pero presionar a legisladores con expedientes personales para conseguir ese cambio es lo que se convierte en un hecho grave.
Usar a la Suprema Corte para que a través de una chicana legal se permita que una ley secundaria en materia eléctrica pase por encima de lo que dice la Constitución en materia energética es tan grave como estar en proceso de reintentar esa misma fórmula para que la Guardia Nacional quede en manos del ejército sin modificar el texto constitucional.
Los bandazos sexenales son una desafortunada característica de la vida política mexicana y claramente eso le ha impedido tener bases sólidas para un mayor crecimiento económico.
Pero hacer de la Constitución un boletín de las ideas personalísimas del Presidente es la garantía de perder la estabilidad conseguida en varias décadas.
Muchas veces se ha intentado hacer una comparación de la situación política de México con varios países latinoamericanos que han dado esos bandazos políticos hasta llegar a regímenes dictatoriales.
Afortunadamente, estamos lejos de un escenario como el de Venezuela que pasó de ser un país rico, con enorme potencial de despuntar entre los países de la región, a ser una dictadura con una crisis humanitaria.
Sin embargo, estamos en los terrenos de otra nación del sur del continente que fue también un ejemplo mundial. Riqueza, desarrollo, altos niveles educativos y una perspectiva de llegar al primer mundo. Todo aniquilado por los tentáculos del populismo.
Argentina lo tuvo todo, menos la altura de miras de sus políticos que en un afán de perpetuarse hicieron de la Constitución de su país un pasquín para sus ocurrencias.
Cada Gobierno de ese país ha manoseado tanto su carta magna que hoy ya se perdió toda la confianza internacional sobre la seriedad de sus leyes.
Bien lo dicen en las mañaneras, el pueblo es sabio y si no dio todo el poder al más carismático de los políticos de México, al mejor candidato presidencial que ha existido en la era moderna, al más auténtico representante del pueblo, es porque hay una sociedad que antes que adular la personalidad de un líder mesiánico, aprecia la estructura de un país democrático y de leyes.
@campossuarez