Volvió a ocurrir. Y con la misma serie.
House of the Dragon, una de los productos más exitosos del momento, está gozando del amor del público. Sin embargo, en su último episodio, el programa resultó más oscuro que nunca: ¡porque no se veía nada!
Lo mismo sucedió en el tercer capítulo de la controversial última temporada de Game of Thrones, la serie anterior, en donde había una batalla cuya apreciación no pudo ser la misma, porque también había falta de brillo. Este tipo de cosas, en ambas cuestiones, fueron justificadas por “decisiones creativas” por parte del equipo, y proponen como opción “ajustar el brillo de sus televisores” para tener la mejor experiencia, ya DESPUÉS de haberse transmitido.
Mas este discurso está muy tarde, y basado en el privilegio. Porque, si lo analizamos con cautela, nos daremos cuenta que, para empezar, no todas las personas tienen el acceso a equipos de alta calidad para ver estos programas, o no cuando está viéndolo se va a poner a pensar en ajustar los aspectos técnicos de su dispositivo y detener su experiencia. Por otro lado, también está el tema de que lxs realizadores no consideren estas carencias a la hora de grabar, editar y hacer la corrección de color de estas escenas, y en lugar de arremeter contra su falta de tacto, le echen la culpa a la audiencia por no ajustar la tele.
Es como si algúnx chef le eche la culpa al comensal de no haber disfrutado el platillo porque “no le agregó sal”. Es absurdo.
Pero también pone en tela de juicio cuándo alguna decisión creativa puede afectar una experiencia cinematográfica al grado de volverse desesperante o intolerable. En este caso, la escena sólo duró un par de minutos y fue una de carga sexual. Molesta, pero no tanto.
Sin embargo, Game of Thrones tomó la controversial decisión de iluminar de esta manera un capítulo entero, donde la mayor parte del chiste era ver con detalle cómo lxs personajes lograban sobrevivir ante la amenaza de los Caminantes Blancos, así como contemplar las heroicas muertes de quienes perecieron. ¿Hasta dónde se cruza la línea entre ser un genio y dejar cabos sueltos, castigar al espectador o de plano hacer cosas sin sentido solo para ser vanguardistas?
Westworld es otra serie pecadora en este aspecto, pues usa el recurso de extraños cortes de edición para justificar la existencia de varias líneas temporales a la vez. O también las tomas largas en ciertos productos audiovisuales, donde no se aporta nada en cuestión narrativa y solamente se usan para hacer la agonía de no saber qué pasa más larga.
La ambigüedad puede estar bien, mientras esté justificada. No hacer las cosas solo por hacerlas, sobre todo en entretenimiento comercial como este.
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