Desde que nació, Alejandro ha vivido en Cuautepec Barrio Alto, alcaldía Gustavo A Madero, ahí donde los vochos de colores dan servicio de taxi, y el “alto”, viene de que está en la cima de la Sierra de Guadalupe.
En este sitio, el Metro más cercano es Indios Verdes y, para llegar, Alejandro tomó microbuses toda su vida, haciendo cuentas siempre de que tenía que salir de su casa con dos horas de anticipación, tan solo para llegar al subterráneo.
De pronto, el paisaje en el barrio empezó a cambiar: Gigantescos postes comenzaron a surgir desde Indios Verdes hasta llegar a la cima de Cuautepec, cables metálicos se extendieron y, después, góndolas azules, diminutas cuando se les ve desde abajo, se movieron en el cielo, dando inicio a la Línea 1 del Cablebús.
Así, de hacer dos horas en camión al metro, Alejandro vio su trayecto reducido a tan solo 30 minutos al usar el primer teleférico de la Ciudad de México y desde ahí su ritmo de vida cambió, pues el ajetreo y desgaste de trayectos disminuyó considerablemente, y ahora el tiempo que ha ganado lo invierte en horas de sueño.
“Hace 11 años yo estaba en la secundaria y uno se acostumbra a la mala vida, a despertarse temprano, a salir en plena oscuridad, a esconder el celular por si asaltan en el pesero… El Cablebús vino a cambiar todo eso”, dice Alejandro.
Gabriela, quien vive en el Arbolillo, una de las colonias aledañas al cablebús, pasó de tener un trayecto de una hora a 20 minutos hacía Indios Verdes y, además del ahorro de tiempo,comenta que la estación Campos Revolución ayudó a la recreación de la juventud, pues hay quienes practican fútbol a un costado del Cablebús.
“Por ahí de 2011, taxistas venían cada ocho días a jugar fútbol y a embriagarse, de hecho la zona era poco transitada. Ahora con la construcción del Cablebús hay espacios culturales y áreas verdes, sin duda el panorama mejoró y ahora da confianza caminar por aquí”, recordó.
Historias parecidas se cuentan al oriente de la capital, donde Salvador, quien vive en Santa Martha, alcaldía Iztapalapa, ahora viaja seguro y sin ocultar sus pertenencias de los criminales, quienes solían abordar los microbuses. Y es que la Línea 2 del cablebús, que va de Constitución de 1917 a Santa Martha, y que tiene el récord Guinness del teleférico más largo del mundo, aumentó la seguridad al transportarse en la zona.
“Los choferes de las micros se han quejado del cablebús, pues les bajo pasaje, pero la verdad a nosotros nos benefició, antes abordábamos los camiones con miedo y nos encomendábamos a nuestro santo, pues en una de esas nos toca el asalto, y ahora puedo ir viendo mi teléfono”, dijo.
LEG