Héctor Zagal
(Profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana)
Alfred Nobel nació el 21 de octubre de 1833, en Estocolmo, Suecia. A partir del descubrimiento de la nitroglicerina por el químico italiano Ascanio Sobrero, Alfred se dedicó a buscar la manera de controlar su potencial explosivo. Esto lo conseguiría en 1863 mediante un detonador especial. En 1865, perfeccionó el sistema con un detonador de mercurio y en 1867 inventó la dinamita. Éste y otros productos explosivos posteriores fueron de enorme importancia para la construcción, la minería y la ingeniería, pero también para la industria militar.
El apellido Nobel está relacionado con premios que reconocen lo mejor del progreso humano en varias áreas, pero hubo un momento en que este apellido no representaba otra cosa que dinero y guerra. El padre de Alfred, Immanuel Nobel (1801-1872), fue un ingeniero sueco que fundó fábricas de armamento y construyó minas marinas para Rusia durante la Guerra de Crimea (1853-1856).
Alfred heredó de su padre la fascinación por los explosivos por lo que dedicó su vida a la investigación de estos y a la creación de armamento. Llegó a tener 355 patentes de detonadores de nitroglicerina y amasó una gran fortuna gracias a casi un centenar de fábricas de explosivos y municiones. Sin embargo, un error periodístico lo hizo reconsiderar su destructiva vocación. En 1888 murió su hermano Ludvig Nobel (1831-1888), el más rico de los hermanos Nobel. Ludvig también trabajó fabricando suministros de guerra, pero su gran fortuna se debía a sus inversiones en el ámbito petrolero. Murió por un ataque cardíaco. ¿Cómo afectó esto a Alfred?
La muerte de Ludvig fue lamentable, pero lo que más impactó a Alfred fue su obituario. Gracias a una serie de confusiones, un periódico francés confundió a Ludvig con Alfred y escribió el obituario con este último en mente. El obituario anunciaba la muerte de “El mercader de la muerte” porque se había vuelto rico inventando nuevas y más rápidas maneras de matar. El error se corrigió después, pero Alfred no podía dejar de pensar en cómo lo percibía la gente. Tras leer el obituario, Alfred pasó saliva; no quería ser recordado como un enemigo de la humanidad. Algunos creen que la creación de los premios Nobel forma parte de su intento por limpiar su imagen.
Muchos concuerdan con que este erróneo obituario motivó a Alfred hacia causas más constructivas, pero no todos están de acuerdo. El obituario pudo ser un factor entre muchos otros. Veinte años antes, en 1868, Alfred había recibido un premio de la Real Academia de las Ciencias de Suecia por sus importantes inventos. De allí puede venir la inspiración para reconocer a los más destacados científicos. El premio Nobel de literatura, dicen algunos, quizás está inspirado en la propia pasión que tenía Alfred por las letras. No sólo hablaba cinco idiomas, sino que era un lector voraz que llegó a escribir algunas obras de teatro y algunos poemas. El premio Nobel de la paz tiene un origen interesante. Algunos consideran que fue inspirado por Bertha von Sutter, condesa austríaca recordada por escribir una novela antibélica titulada “Suelten sus armas”. Bertha, una pacifista declarada, fue una muy querida amiga de Alfred y alguien con quien podía enfrentar sus opiniones sobre la guerra. En las cartas que se escribían, Alfred afirmaba que sus fábricas acabarían más rápido con la guerra que los congresos que Bertha organizaba por la paz. ¿Cómo? De acuerdo con Alfred, el día en que dos ejércitos llegaran a ser capaces de destruirse mutuamente en un segundo, entonces las naciones preferirían abstenerse de la guerra y buscar resolver sus diferencias por otros medios. Alfred subestimaba el ansia de poder, ¿no creen? Aún así, parece que Bertha había convencido a Alfred de hacer más por la paz y el premio Nobel para este ámbito sería el resultado.
Sean cuales fueran las razones detrás de Alfred, lo cierto es que nadie en su familia se esperaba que dedicara la totalidad de su fortuna a la creación de galardones para aquellos que realicen “el mayor beneficio a la humanidad” en los campos de la física, química, medicina, literatura y en la promoción de la paz. Sin embargo, su testamento, firmado en noviembre de 1895, no dejaba lugar a dudas ni a reclamo alguno.
Alfred murió en diciembre de 1896, en Italia. La primera entrega de los premios Nobel se celebró en 1901. El premio en Ciencias Económicas se entregaría por primero vez, por patrocinio del Banco de Suecia, en 1968. Aunque se le suele llamar Premio Nobel de Economía, no es propiamente un Nobel, sino un premio en memoria de Alfred Nobel.
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@hzagal