Ya lo advertíamos y así sucedió, la semana pasada Napillo presentó su propuesta de reforma a la ley minera, una iniciativa basada en solo cuatro puntos en los que por ningún lado incluye mejorar las condiciones de seguridad para trabajadores mineros, cuando por simple obligación moral no debería olvidar que su prioridad debe estar en el bienestar de los trabajadores.

Con este intento de reforma, Napillo más bien se convirtió en un subastador de concesiones, en donde pareciera que quisiera tener el control de decidir a quién se le otorga, y a la vez de limitar a conveniencia la expansión de un sector que aporta 8.6% del Producto Interno Bruto Industrial y 2.5% del PIB nacional.

Se sabe que Napoleón Gómez Urrutia ha tenido constante interés en las concesiones mineras; desde que se apoderó de la Secretaría General del Sindicato Minero ha intentado hacerse de una mina y de esta manera saciar un poco sus frustraciones de no haber sido hijo de un empresario millonario; el signo de pesos y, por supuesto, el de dólares ha sido el principal motivador de su vida.

Pocos saben que el sindicato minero era titular del Contrato Colectivo de Trabajo de una mina ubicada en Huautla, Morelos, la cual se declaró en quiebra y pasó a manos de la organización; sin embargo, Napillo se la adjudicó a varias personas con el fin de que fueran sus prestanombres.

Sus cercanos insisten en que no ha dejado de lado esta aspiración, constantemente trata de encontrar la manera de no ser visto como líder sindical, sino como un empresario millonario, además de que pretende que sus hijos, que tampoco son mineros, hereden el sindicato y aprovechar esta coyuntura para adjudicarles una mina.

Por otra parte, Napillo bajo su visión de “él que me la hace, la paga”, no pierde oportunidad para golpear con esta propuesta de reforma a las empresas que lo señalaron por el robo de 55 millones de dólares a más de 11 mil mineros, dinero que no ha explicado en dónde está o bien qué hizo con el.

La cancelación de las concesiones también se promueve en esta propuesta, pero, ¿por qué no aplicar multas? ¿Por qué no dejar actuar a la autoridad laboral? ¿Por qué querer cerrar empresas y fuentes de empleo? Quizá porque lo que busca Napillo con esta reforma está muy lejos de querer alcanzar el bienestar de los mineros.

Napillo debería aplicar esos criterios a su persona, ¿por qué no cancelarle la toma de nota cuando él ya se ha visto en medio de accidentes y muertes de trabajadores? No olvidemos que fue uno de los principales involucrados en la tragedia de Pasta de Conchos, donde murieron 65 mineros; él rige por el “hágase justicia, pero en los bueyes de mi compadre”.

Frente a una fuerte crisis económica a nivel mundial, frente a una inflación que no se veía desde hace 20 años, lo que menos debe hacer es proponer delimitar, quitar o evitar la generación de fuentes de empleo.

La minería es de las actividades que representan para muchos municipios la mejor opción laboral, ya que ofrece seguridad social y salarios dignos; es inconcebible que alguien que se dice representante de los mineros pretenda una y otra vez acabar con el empleo.

Napillo es el menos indicado para enjuiciar, cuando se tiene un pasado tan turbio no cabe dar opinión, sin embargo, lo que prevalece hoy es el cinismo y darle voz a estafadores, mitómanos y delincuentes.

LEG