El asesinato de cinco policías en Ecuador durante un enfrentamiento con bandas criminales reconfirmó lo que ya se sabía: cárteles del crimen organizado mexicano no solo se están consolidando al interior de Estados Unidos sino que se están expandiendo hacia el sur latinoamericano.

Solo que las organizaciones delictivas mexicanas están siendo recibidas a balazos y no con abrazos en plazas como Ecuador, donde el Gobierno recién le declaró la guerra al Cártel Jalisco Nueva Generación por su alianza con grupos criminales locales y la violencia en contra de las instituciones.

La decisión del Gobierno ecuatoriano debe ser leída con enfoque estratégico en México: decretó que los grupos delictivos son organizaciones terroristas y autorizó operativos directos de las Fuerzas Armadas locales y policiacas para perseguir y liquidar a los cárteles, antes de que se consoliden como fuerza beligerante en un país donde la autoridad del Estado no permite convivencias con grupos criminales.

Los balazos y no abrazos contra el CJNG y sus aliados locales en Ecuador podrían servir de ejemplo a zonas aledañas afectadas por el crimen organizado, como Guatemala, Colombia, El Salvador y Venezuela.

La transnacionalización del crimen organizado fue advertida por Estados Unidos desde 2010, cuando los reportes de la DEA ya habían detectado que nueve cárteles mexicanos controlaban el contrabando, distribución y venta de droga al menudeo en las calles estadounidenses, sin que las autoridades americanas tomarán cartas en el asunto. En 2011, el presidente Obama aprobó un programa de combate al crimen organizado transnacional, pero sin ninguna capacidad operativa.

La crisis de seguridad en Ecuador y la decisión del Gobierno de declarar la guerra a los cárteles delictivos debería ser una opción para México.

 

Zona Zero

  • Las cifras mexicanas sobre la violencia delictiva, con todo y sus márgenes de error, están dando indicios de contención a la delincuencia del crimen organizado, pero no están resolviendo el problema de manera estructural y todo se ha centrado en una mayor presencia pública como mecanismo de disuasión de seguridad, sin que se desarticulen las bandas criminales ni se abran opciones reales de bienestar en zonas controladas por el crimen organizado. Una cosa es que haya menos homicidios y otra que las bandas criminales se sigan fortaleciendo.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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