La propuesta de eliminar el uso de plaguicidas tendrá un efecto en los niveles de producción y en el costo de los alimentos, ya que hasta el momento en México no existe una alternativa efectiva y viablemente económica para controlar las plagas de animales y plantas en los cultivos del campo, señalaron especialistas.
En la producción agrícola, las semillas y los fertilizantes, junto con los plaguicidas, son insumos esenciales para la correcta siembra y desarrollo de los cultivos de alimentos.
De aprobarse el dictamen –a discusión para el 14 de noviembre en el Senado– que busca sustituir de manera gradual el uso de plaguicidas considerados “altamente tóxicos y peligrosos para la salud humana”, sin ofrecer opciones de comprobada eficacia para los agricultores que abastecen de alimentos al mercado nacional, generará mayores problemas, advirtieron los especialistas.
“Si les quitamos esas herramientas a los productores y no tienen un sustituto directo, vamos a estar afectando la productividad y generando un tema de incremento en los costos de la producción, porque a la hora en que bajan los rendimientos, los productores van a tener que subir o van a tener que encontrar algún tipo de herbicida o plaguicida que seguramente será más caro”, expuso Fernando Cruz, socio del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA).
La reducción en la producción nacional de alimentos no sólo afectaría al mercado interno, sino que desplazaría a México como el mayor productor y exportador a nivel mundial de determinados cultivos, como el caso del aguacate, ejemplificó.
Otro de los efectos de la eliminación de plaguicidas, se centra en el surgimiento del mercado negro o el incremento del costo del insumo de campo al aplicarle más regulaciones, de acuerdo con José Alfredo Domínguez Valenzuela, profesor e investigador del Departamento de Parasitología Agrícola de la Universidad Autónoma de Chapingo.
“Yo pienso que es un error quitar de pronto herramientas sin haber invertido antes en el desarrollo de herramientas propias para el manejo de plagas y la sustitución de cualquier sustancia”, opinó.
“Los países desarrollados tienen décadas en el desarrollo de nuevas tecnologías para sustituir plaguicidas porque se sabe de los efectos nocivos, pero en México no la tenemos, la vamos a tener que comprar y seguir siendo dependientes porque no se ha invertido y no se pensó antes. Es un problema bastante complejo”, apuntó.
Refirió que en otras naciones como Estados Unidos, Alemania, Francia y Bélgica ya cuenta con el avance tecnología de lásers, de robóticas y de inteligencia artificial para el manejo de plagas, mientras que en México únicamente se emplean los plaguicidas como única herramienta para combatir los animales y plantas no deseadas en los cultivos, aún cuando los cánones de control de plagas indican es que se deben integrar prácticas de manejo en su conjunto con los plaguicidas.
“Quitar o poner una sustancia tiene sus efectos positivos y negativos. Si removemos sustancias con comprobados efectos nocivos en la salud, en el ambiente, en los organismos, en la naturaleza, vamos a tener sus beneficios pero por otra parte son sustancias que ayudan a la producción”, añadió.
En el dictamen que discutirán los senadores la siguiente semana, señalan el caso específico del herbicida glifosato que, según refieren, tiene efectos negativos en la salud y en la biodiversidad en general.
No obstante, Domínguez Valenzuela indicó que si bien se ha observado un abuso del glifosato a nivel mundial, ubicándose como el plaguicida más vendido, parte de sus investigaciones demuestran que sustituir dicha sustancia significa un incremento de 200, 300 y hasta 400% en el costo, con la desventaja de que el herbicida sustituto no tendrá la misma eficacia, dado que se trata de un plaguicida de amplio espectro para matar organismos no deseados en los cultivos.
“El glifosato ayuda a controlar todo tipo de hierbas. Otro (herbicida) va a controlar un rango de especie, por un tiempo determinado, es más caro, puede ser incluso más tóxico… Utilizar (una) nueva sustancia más veces, a un costo más alto que los puede llevar en un momento dado a abandonar esa actividad agrícola o de producción y dedicarse a otra cosa… Eso se va a manifestar en un incremento de los costos de producción de ese bien, de ese producto y eso va a repercutir en el consumidor final”, expuso.
El investigador precisó que los plaguicidas son sustancias tóxicas –al igual que otras de consumo común, como la sal–, pero utilizadas con inteligencia y buen juicio, son alternativas para combatir a plagas que aquejan a la humanidad, desde la producción agrícola, pecuaria, forestal, hasta la salud humana.
“Los problemas que conocemos de fiebre amarilla, de paludismo, de enfermedades recientes como el dengue que son transmitidos por mosquitos, se utilizan esas sustancias para bajar las poblaciones y evitar enfermedades que son transmitidas por estos organismos se puedan convertir en epidemias en las poblaciones”, puntualizó.
LEG