La utilización de las Fuerzas Armadas para combatir el crimen organizado derivado del narcotráfico comienza a ser permanente ante el desbordamiento del poder criminal y el agotamiento del modelo de contención policiaca.

En El Salvador, el presidente Bukele rompió las reglas del control de la fuerza para combatir el activismo criminal del grupo de los Maras, quienes, por cierto, se está consolidando como un grupo poderoso en Estados Unidos.

En Ecuador, el presidente Lasso -de origen bancario- tomó al toro por los cuernos y lanzó a las Fuerzas Armadas contra los grupos aliados al llamado -en ese país- “cártel de las cuatro letras”, el mexicano CJNG, cuyo nombre está prohibido de imprimir en periódicos y revistas.

En Brasil, donde las zonas francas criminales están fragmentando la soberanía territorial del Estado, también las Fuerzas Armadas han realizado drásticos operativos en contra de las bandas delictivas, con tal fuerza que se han violentado de manera grave los derechos humanos, pero con justificaciones de que no hay forma diferente para contener la violencia criminal.

En Venezuela, como producto de la crisis económica y la falta de empleo, bandas de delincuentes se fueron apoderando de algunas de las zonas residenciales más importantes hasta que las Fuerzas Armadas tomaron la decisión de atacarlas para recuperar la soberanía del Estado.

En México, en diciembre de 2006, se tomó la decisión, por razones de crisis de seguridad interior, de lanzar a las Fuerzas Armadas como nuevo dique de contención contra el avance de los cárteles criminales en el posicionamiento territorial. La actual Guardia Nacional ha sido adscrita a la Secretaría de la Defensa Nacional como para construir un sólido escudo unitario contra la delincuencia.

En conclusión, las Fuerzas Armadas son la última línea de defensa contra el crimen organizado.

 

Zona Zero

  • El común denominador del fortalecimiento del crimen organizado en países de América Latina tiene que ver con el tráfico de drogas y la parte más importante señala que habrá producción y trasiego de éstas, mientras existan entre 30 millones de adictos permanentes en Estados Unidos y otros 30 millones de consumidores frecuentes. Y el tema se complica por la decisión estadounidense de no combatir el consumo de drogas, sino solo atender adicciones. Así que habrá narcotráfico por mucho tiempo.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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