“Ahí va el diablo, ahí va el diablo”, dice un comerciante, mientras enfila su rumbo para entrar en el carril de Trolebici de Eje Central, y así evitar a la muchedumbre que ocupa la banqueta.
En la Ciudad de México existe una lucha constante entre usuarios de diversos medios de movilidad a la hora de trasladarse entre distintos puntos de la urbe.
Peatones, ciclistas, motociclistas, automovilistas y quienes utilizan el transporte público a diario compiten por los espacios disponibles.
Y en la CDMX, un gran ejemplo de ello es el Eje Central, a la altura del Centro Histórico, donde a diario se vive un caos vial que se ahonda en el carril del Trolebici, implementado para uso exclusivo de bicicletas y trolebuses del Servicio de Transportes Eléctricos (STE)… Lo cual no es respetado.
A esta altura del Eje Central, en la que la hora pico dura prácticamente lo mismo que la luz del Sol en una jornada, a las motos y autos que invaden el carril se le suman los comerciantes que trasladan mercancías en diablitos.
Y es que entre la Frikiplaza, las diversas plazas de la tecnología y los cientos de ambulantes que torean a la Policía en las calles, los diablitos no dejan de circular a todas horas.
Por supuesto, no falta el ciclista que ocupa todo el carril del Trolebici porque “es su derecho”, sin dejar pasar al Trolebús, el peatón que se cruza a media calle, ni tampoco el motociclista sin casco que circula en sentido contrario al Eje Central.
Una postal más del día a día en la Ciudad de México.
LEG