Feminicidios, ataques armados, agresiones a adultos mayores, insultos, asaltos y conflictos viales son algunos ejemplos de la violencia que día a día se vive en el país, donde pareciera que sólo existe la ley de la jungla.

Desde hace dos semanas hemos atestiguado sólo algunos casos que se han hecho mediáticos de distintas agresiones, todas ellas graves y la mayoría impunes.

Más allá del tema político, Ariadna fue víctima de feminicidio y sus acompañantes no sólo atestiguaron, quizá también son responsables de su muerte, porque no llamaron a emergencias y lo peor es que la fueron a tirar a una carretera para deshacerse del cuerpo. Las últimas dos personas que la vieron con vida ya se encuentran detenidas.

Pero más grave aún ha sido la violencia ejercida por las autoridades en contra de la joven, al lucrar políticamente con su muerte.

Lidia Gabriela perdió la vida luego de aventarse del taxi en el que viajaba porque el chofer cambió su ruta y no se quiso detener donde ella le pidió. El conductor del taxi fue detenido la semana pasada y se le decomisaron un arma y droga.

Los asaltos en las calles de todo el país tampoco ceden, el problema es que sólo se detiene a aquellos criminales que son denunciados por ciudadanos en redes sociales.

La violencia entre automovilistas ha dejado innumerables desenlaces fatales, como el de la semana pasada cuando una riña entre el conductor de un auto y un motociclista, terminó en el atropellamiento de varios puestos ambulantes ubicados en vialidades de Ecatepec, ocasionando la muerte de un niño de siete años y al menos cinco lesionados.

En redes sociales vimos como dos jóvenes sin valores agredieron a golpes a un señor de la tercera edad que sólo caminaba por la calle de Huejutla, Hidalgo.

A todo lo anterior hay que sumarle las masacres entre civiles, la violencia doméstica, el acoso, los bloqueos del crimen organizado y miles de delitos que se cometen a diario en el país.

No hay justificación para la violencia, pero sí hay circunstancias: la inflación por las nubes, falta de oportunidades, impunidad, trabajos mal pagados, estrés. Cuando todo se junta explota la bomba que en algunos casos termina en desenlaces fatales.

Tiene razón el Presidente cuando dice que hay que atender la violencia desde su origen, por ello, agredir a quienes no piensen como él, acusar de “fifís”, “rateros”, “corruptazos”, “racistas”, “lambiscones” y “cretinos” a quienes asistieron a la marcha por la defensa del INE, también es violencia. Si en verdad quiere atacar el origen, debe dejar de insultar desde su Palacio.

 

Y en Pregunta Sin Ofensa:

Hasta dónde llegará el pleito entre el líder de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, y la gobernadora de Campeche, Layda Sansores. ¿Logrará la campechana colmar la paciencia y dignidad del senador a grado tal que abandone las filas del partido en el que milita?

 

  @aguilarkarina