La disputa entre Estados Unidos y China ha marcado un hito en los años recientes. Es posible advertir la escalada de tensión entre ambos países, cuyo punto de inflexión se remonta al ascenso de China como la nueva potencia económica en la última década, acompañado del desplazamiento de EU del lugar privilegiado que ocupaba en la arquitectura internacional.
Si bien antes la lucha era geopolítica, es decir, suponía una conquista territorial pura, ahora, es de carácter geoeconómico —basada en la obtención de nichos de mercado—. Mientras Estados Unidos se distrajo con enfrentamientos bélicos en Medio Oriente, China penetró mercados y consolidó su protagonismo en Asia, África y América Latina.
Hoy, la isla de Bali, Indonesia, recibe a los líderes del G-20. La cumbre de mandatarios ha captado el ojo público, ya que el presidente Joe Biden se encontró personalmente con su homólogo chino, Xi Jinping, por primera vez desde que asumió el cargo. Esta cita bilateral se inserta en un clima de fricción agravado por la gira de Nancy Pelosi por Asia a inicios de agosto pasado, las restricciones impuestas por la Casa Blanca a la exportación de semiconductores de China, así como la guerra en Ucrania.
Cabe señalar que el presidente ruso, Vladimir Putin, no viajará a Bali, haciéndolo el canciller Serguéi Lavrov en su lugar.
¿Bali representará una oportunidad para reconducir los vínculos entre las superpotencias? Los norteamericanos ven a Estados Unidos enfrascados en la competencia con una China demasiado agresiva, con oscuros y fríos paralelismos con la Guerra Fría y los posicionamientos respecto a la invasión rusa en territorio ucraniano. Por ello, las naciones rivales deben encontrar las formas de comunicarse en un entorno de agitación elevada.
Tras las elecciones intermedias, los republicanos podrían dificultar cualquier progreso, debido a que tendrán más poder de decisión para aprobar medidas que irriten a China, al igual que presionar a Biden para que adopte una postura firme. El probable nuevo presidente de la Cámara, Kevin McCarthy, ha sugerido que visitará Taiwán; sin embargo, Jinping ha reiterado no “jugar con fuego” por la isla.
El foro de Bali servirá para observar más de cerca los supuestos bloques en la escena geopolítica actual. La realidad apunta que la relación entre dos de las principales potencias del mundo se encuentra sumamente frágil; así pues, existen dudas sobre los alcances que pudieran tener los canales oficiales, como en el marco de las tensiones por la carrera tecnológica o la crisis diplomática en la administración de Trump por el retiro de los consulados chinos en 2020. Es preciso repensar la conciliación y la mediación, no evadir los temas relevantes. No se trata de un juego de suma cero.
¿O será otra de las cosas que no hacemos?
Consultor y profesor universitario
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