En la actualización de sus perspectivas económicas globales, el organismo previó que el PIB del país se expanda 2.5% este año y no 2.1%, como había anticipado en septiembre, debido a lo que calificó como un sólido crecimiento de los tres primeros trimestres del año. El nuevo pronóstico es ligeramente superior a la tasa de 2.4% prevista por el Gobierno.
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Sin embargo, la OCDE indicó que luego de esos crecimientos en los primeros tres cuartos del año, hay indicadores que muestran una disminución de la actividad en algunos sectores. Por ejemplo, la producción minera y la construcción se contrajeron recientemente, aunque la producción de autos sigue resistiendo debido a la relajación de restricciones de suministro.
Estimó que en 2023 la economía se desacelerará a 1.6%, y no a 1.5%, como había calculado previamente. Hacienda espera que el PIB se expanda 3%. Para 2024 la OCDE pronosticó un crecimiento de 2.1%.
Calculó que el consumo interno será un motor clave para la expansión y que los servicios turísticos seguirán recuperándose de forma gradual, además las exportaciones seguirán beneficiándose de la alta integración en las cadenas globales de valor, pero su dinamismo se verá mitigado por la desaceleración en Estados Unidos.
Vaticinó que la inflación se moderará en 2023 y 2024 a medida que surta efecto el impacto de las alzas de tasa de Banxico para contrarrestar los altos precios.
“Sin embargo, las perspectivas de inflación siguen siendo muy inciertas. La inflación puede ser más alta durante más tiempo, erosionando el poder adquisitivo, particularmente de los hogares vulnerables, lo que exige un mayor endurecimiento de la política monetaria”, expuso en el análisis para México.
Apuntó que las medidas para responder a los aumentos de los precios de la energía deben dirigirse a los hogares y a las pymes más afectados, y proporcionar incentivos para el ahorro de energía.
La OCDE se refirió a los subsidios a los combustibles para estabilizar los precios al consumidor final, y al argumento gubernamental de que los mayores ingresos petroleros cubren el costo de este mecanismo fiscal.
Sin embargo, consideró que una mayor transmisión de los cambios en el precio mundial del combustible a los precios al consumidor final reduciría el costo presupuestario futuro de este mecanismo, y daría mejores incentivos para el ahorro de energía.
“Esto crearía cierto espacio fiscal para fortalecer los programas sociales y brindar un apoyo más específico a los hogares vulnerables”, apuntó.
Señaló que episodios de volatilidad financiera pueden desencadenar una mayor aversión al riesgo, reducir entradas netas financieras y aumentar los costos de financiamiento.
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