Fotos: Valeria Chaparro |  

Desde las diez de la mañana comenzaron a llegar los primeros aficionados al Monumento a la Revolución, sede del FIFA Fan Festival, para alcanzar un buen lugar en Plaza de la República, pues se proyectaría el tan esperado partido de México contra Argentina.

Pronto el lugar estuvo lleno de porras, cantos, trompeteos y tamborazos, anuncio inequívoco de la presencia de la afición mexicana. Las vestimentas no se quedaban atrás, pues de nueva cuenta se dejaron ver las pelucas tricolores, las copias de plástico de la copa del mundo, penachos, turbantes árabes y, por supuesto, la playera de la Selección Nacional en cada asistente.

Conforme se acercaba la una de la tarde, a la explanada del Monumento iban llegando cada vez más fanáticos, hasta que pronto desaparecieron las lozas color arena del suelo y sólo se podían apreciar los jerseys verdes por todos lados.

Con el grito “¡Dale, dale, dale México!”, los asistentes de todas las edades dejaban ver su entusiasmo y la esperanza de vencer, o por lo menos empatar, al equipo con uno de los mejores jugadores del mundo.

Inició el partido y, durante todo el primer tiempo, la multitud se confundía en una algarabía de gritos, porras y banderas de México, así como exhalaciones de sorpresa y preocupación, cuando el balón se acercaba amenazadoramente a la portería resguardada por Ochoa.

Al llegar el medio tiempo, ningún equipo había anotado gol, pues, de acuerdo con los aficionados, el partido había estado muy parejo, “muy trabado”. En grupos, comentaban la buena defensa del equipo nacional y la posibilidad de vencer al albiazul se sentía cercana.

Comenzó el segundo tiempo y al minuto 64 el tumulto de gente quedó en silencio total. Messi, ‘El Mesías’, había lanzado un tiro que Guillermo Ochoa, tan alabado en el encuentro pasado, no pudo parar.

Las caras alegres cambiaron en un segundo y por todos lados se podían observar muecas tristes y decepcionadas. Por el rostro de una joven aficionada rodaron algunas lágrimas, que se limpió en seguida.

Los minutos restantes se vivieron con tensión y desesperación, pero aún con ilusión de empatar. Fue casi al término del partido que el jugador Enzo Fernández se encargó de enterrar toda posibilidad, con un gol al minuto 87.

Alrededor de las tres de la tarde, antes siquiera de que concluyera de manera oficial el encuentro, la fanaticada emprendió la retirada, decepcionada, cabizbaja y preocupada, pero esperando remontar en el próximo partido.

LDAV