No hay nada bueno en las guerras. Las últimas imágenes en las que se ve cómo unos soldados ucranianos asesinan a quemarropa a unos militares rusos, así lo evidencia. En las imágenes se aprecia cómo los uniformados ucranianos van sacando a los rusos, les piden que se tiren al suelo. Una vez ahí y sin ningún tipo de empatía, los ejecutan. La sangre comienza a correr como la frialdad de los que les disparan. Se trata de una escena tan dramática como el resto de la guerra en Ucrania que ya va para un año.
Aquí no hay buenos. Aquí hay una población civil ucraniana que está sufriendo los embates de la invasión a base de disparos, secuestros y hambre. Pero aquí también hay una sociedad civil rusa que se ha empobrecido a marchas forzadas por esta invasión. Y por supuesto hay miles de familias rusas que han perdido a sus hijos en una guerra absurda e injusta. Y a todo esto llega o ha llegado ya el frío. El pronosticado y temido frío congela ya las calles de Kiev, Herson u Odessa; que congela también las conciencias de los ucranianos. Y también de los rusos. Los soldados de Vladimiro Putin llevan ya más de cuatro años en el frente en condiciones extremas sin poder comer y dormir caliente. Y cuando digo cuatro años es porque son cuatro años. Putin mandó a gran parte de sus huestes a la frontera y al Donbass desde hace ya varios años. Lo hizo para atemorizar o disuadir, o para ambas cosas, pero el hambre y el frío de tanto tiempo termina por minar la moral de un ejército que se está viendo superado por otro que tiene la ayuda de occidente y que está aprovechando todo ello para golpear a un Goliat que es Rusia.
Llevamos mucha guerra y mucha amenaza contra Occidente. La permanente amenaza atómica de Vladimiro Putin golpea a todo el planeta. Sin embargo, también está el día a día. Y en ese día a día, en el que vamos contando los muertos uno a uno. nos damos cuenta de que la guerra no solamente está en Ucrania. El mundo, especialmente Europa, se ha empobrecido de manera relevante por la guerra. El planeta en su conjunto vive las consecuencias de la guerra en el embate de la inflación. La invasión acrecentó ese marcador económico. Países como España que gozábamos de una inflación estable y controlada pasamos a tenerla por encima de los dos dígitos sobrepasando el diez por ciento. Y en otros países europeos como Gran Bretaña, han superado a España con creces. El gas, la electricidad, el petróleo y sus derivados se han disparado. Hoy en Portugal, España o Italia vivimos la “pobreza energética”, es decir, la imposibilidad de encender la calefacción por lo caro que resulta teniendo que sufrir un invierno especialmente frío.
Pero esta guerra no termina. Lamentablemente veremos muchos más acontecimientos derivados de ella. Esperemos que no sean indeseables.