Las icónicas cabinas telefónicas rojas ya no despiertan interés en Londres, pero Stuart Fowkes está encantado de encontrar una que funciona: su timbre es uno de los “sonidos obsoletos” que están desapareciendo en el mundo y su proyecto pionero se dedica a preservar.
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Frente al viejo auricular, Fowkes saca un dispositivo de grabación y entra en acción. “Siempre he tenido curiosidad por los sonidos. Ahora aparecen nuevos sonidos más rápido que nunca en la historia, pero también cambian y desaparecen más rápido”, afirma.
En los últimos cinco años, su proyecto “Cities and Memories” ha recopilado y remezclado más de 5 mil sonidos de 100 países, consultables en su página web y que van a ser archivados por la Biblioteca Británica.
Ahora tiene un nuevo proyecto colaborativo, consistente en preservar sonidos que están “justo al borde de la memoria”.
Estos sonidos que estamos “a punto de olvidar” son los que tienen la “mayor resonancia emocional. Lo que me ha sorprendido es cómo la gente ha respondido emocionalmente a algunas de las grabaciones”, reconoce.
“Hay gente que ha escuchado el sonido de una cámara de cine Super 8 y esto les ha recordado cuando estaban en el salón de su casa en 1978 con su padre enseñándoles películas caseras por primera vez”, cuenta.
El proyecto “sonidos obsoletos” incluye más de 150 grabaciones recogidas en todo el mundo, así como remezclas de esos sonidos realizadas por músicos y artistas sonoros.
Anunciada como la mayor colección de este tipo, incluye desde reproductores de casetes Walkman y antiguas consolas de videojuegos, hasta trenes de vapor y coches de carreras de época, así como sonidos que evocan el rápido cambio del entorno natural, como el desmoronamiento de los glaciares.
“Antes de la revolución industrial, nuestro entorno sonoro -campanas y cascos de caballos e industria manual- no habría cambiado mucho durante cientos de años”, dice Fowkes.
“Hoy, el ritmo de los cambios es ridículo. Cosas que sólo tienen unos pocos años, como los tonos de llamada de los teléfonos móviles, ya suenan anticuadas”.
Yendo bajo el nivel de la calle hasta la red del metro de Londres, Fowkes se pone de nuevo manos a la obra.
Al igual que los “trainspotters”, los apasionados que miraban pasar los trenes y en su día fueron una imagen familiar en los andenes de las estaciones del Reino Unido, Fowkes es un “soundspotter” entregado al examen de los sonidos.
Para él, el chirrido de las ruedas del tren al rozar las curvas de las vías metálicas o el ruido de las puertas al abrirse y cerrarse no tiene nada de aburrido ni de poco interesante.
“Siempre he sido alguien que escucha el mundo. En cuanto tengo una grabadora en la mano, empiezo a escuchar el mundo de forma diferente y oigo cosas que otras personas no necesariamente notarían o escucharían”, dice.
Fowkes, consultor digital, lanzó Cities and Memories en 2015, y ha atraído a unos mil colaboradores de todo el mundo.
“Cada mañana me despierto y veo que he recibido correos electrónicos con grabaciones de algún lugar completamente inesperado, como una playa de Bali o el metro de Pyongyang“, dice.
Las grabaciones de ambiente están de moda, afirma, y artistas como Bjork las utilizan en su música.
LEG