SCALA
Foto: AFP / La Scala decidió mantener el programa pese a las protestas del cónsul de Ucrania en Milán, Andrii Kartysh  

La Scala de Milán abrió ayer su temporada con la ópera Boris Godunov, de Modest Musorgski, una audaz parábola del poder en la Rusia de los zares que cobra actualidad por la guerra con Ucrania.

La idea de montar esa célebre ópera surgió hace tres años, pero cuando Rusia invadió Ucrania en febrero pasado, nacieron muchas dudas sobre su realización.

Sin embargo, La Scala decidió mantener el programa pese a las protestas del cónsul de Ucrania en Milán, Andrii Kartysh, quien temía un golpe propagandístico a favor del presidente ruso, Vladimir Putin.

La respuesta del célebre teatro italiano fue contundente: “No hacemos apología de nadie, estamos interpretando una ópera considerada una obra maestra de la historia del arte”, refirió el director Dominique Meyer.

“La Prima” de la Scala es el momento culminante de la vida cultural italiana y asistirán desde el palco real la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, así como la primera ministra italiana, Giorgia Meloni.

Por ello activistas ambientales del movimiento Last Generation madrugaron para arrojar pintura lavable de colores a la fachada del prestigioso teatro para protestar por la indiferencia de los políticos y las instituciones ante el cambio climático.

“Saquen la cabeza de la arena e intervengan para salvar a la gente”, clamaron.

Un pequeño grupo de ucranianos, con pancartas contra “el Estado terrorista ruso”, también se manifestó el miércoles por la tarde delante de la Scala para pedir a sus responsables que “no favorezcan la propaganda rusa”.

La ópera de Musorgsky (1839-1881), inspirada en el drama homónimo de Alexander Pushkin, narra la ruptura entre un gobernante autocrático y su pueblo y fue censurada varias veces tanto durante el imperio ruso como durante la era soviética.

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