Hay que tomarse muy en serio los esfuerzos del régimen para hacerse del control de los órganos electorales y con ello intervenir en las elecciones. 

Es un tema tan importante que aun antes de que se concrete cualquiera de los intentos del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador de quedarse con el control electoral, muchas voces externas ya advierten los peligros para México. 

El propio Departamento de Estado del Gobierno de los Estados Unidos ya alzó la voz para advertir los peligros antidemocráticos que se perciben en México. Human Rights Watch y la Organización de los Estados Americanos advirtieron sobre los peligros de aprobar las reformas electorales que planteó López Obrador. 

Y ya lo vimos, los diputados que están ahí solo para recibir órdenes del Presidente, denigrando con ello el papel de un poder como el legislativo, no tuvieron pudor siquiera de fingir que conocían el famoso “Plan B” de los cambios legales en materia electoral y lo aprobaron en horas con la misma redacción con la que llegó de la Secretaría de Gobernación.

Solo a sus enanos les permitieron cambios en la propuesta para garantizar el poder eterno a esos partidos políticos tan impresentables como el Verde Ecologista y el del Trabajo. 

Estamos en un momento decisivo para la democracia en México y no es ninguna exageración. Todavía no se concreta el intento del régimen de López Obrador de hacerse del control electoral, pero está en ello. 

Habrá quien diga que si las intenciones del régimen son autoritarias solo haría falta tomar el control de facto de todos los poderes. Pero la democracia occidental tiene la sutileza de tolerar los regímenes autocráticos que fingen prácticas democráticas. Venezuela es el mejor ejemplo. 

Hay muy malas intenciones en la reforma que ordenó el Presidente y hay que ver cuántos están dispuestos a frenarla. 

Por lo pronto, una buena noticia es que se pudo reconformar la alianza opositora que se resquebrajó tras la extorsión a los impresentables legisladores del PRI y del PRD que fueron amenazados para votar a favor de la permanencia del ejército en las calles hasta 2028.

Los que sucumbieron ante la amenaza de expedientes judiciales en ese momento no se doblaron en esta ocasión y lograron frenar el cambio constitucional que inicialmente pretendió el régimen. 

Merece una mención especial la diputada de Morena, Adela Ramos Juárez, de Chiapas, quien votó en contra de la mal llamada reforma electoral. Mantenerse del lado de la justicia, aunque se desplomen los cielos, escribió la legisladora. 

Hay oportunidad de frenar los intentos antidemocráticos del “Plan B”, incluso con la intervención de legisladores del propio oficialismo. 

Por lo pronto, seguro que más de un senador de Morena no aceptará hacer el ridículo de los diputados de aprobar cambios legales tan importantes sin siquiera echarles un ojo. 

Se abre la oportunidad de un bloque encabezado por Ricardo Monreal de demostrar de qué lado de la historia se quiere poner. Porque coquetear con la oposición y aprobar la intentona antidemocrática del régimen sería el final de cualquier acercamiento. 

Pero, al mismo tiempo, no cumplir los deseos presidenciales sería el equivalente a la carta de renuncia al movimiento que ha tomado esos claros derroteros autoritarios. 

 

   @campossuarez