Desde hace rato, la época decembrina significa algo distinto. Este año, el Mundial le da un sabor peculiar, sí, pero en cuanto a cultura pop se refiere, las películas taquilleras sacan a relucir su potencial en el final del año. Tal fue el caso de la última trilogía de Star Wars, así como su primera película fuera de la saga Skywalker, Rogue One. Pese a la controversia de las nuevas cintas, es indudable su éxito como monstruos de entretenimiento.
Ahora le toca ese puesto a la secuela de Avatar, la cinta que más ha recaudado dinero de todos los tiempos. Del visionario director James Cameron—conocido por Titanic, otra bestia de las ganancias—llegó esta aventura en donde se cuenta la historia de un nuevo mundo llamado Pandora, habitado por criaturas de otro planeta. Este proyecto de 2009 recaudó casi 3 billones de dólares en su taquilla mundial.
Es curioso que, al tener tanto éxito, mucha gente no recuerde de qué va. Claro, han pasado 13 largos años entre una película y otra, mas los clásicos rara vez se olvidan, y una cinta tan grande, aunque no pasó desapercibida para nadie—fue también nominada al Oscar como Mejor Película—, no debe de traslaparse.
Quizá el público no quiere recordarla, pues el por qué de su éxito proviene de un tema incómodo: la colonización y el peligro del medio ambiente. A pesar de ser un mundo ficticio, la película es una exploración tan vasta y rica a una cultura inexistente, cuyos valores naturales son la raíz de la historia, que nos recuerda lo bello de la realidad, los detalles constantemente desapercibidos y cuán finito puede ser la majestuosidad de nuestro universo por la propia ambición humana. No solo hago referencia al ecosistema—una gran temática aquí—, si no también a las culturas tradicionales. En México, por ejemplo, ¿cuántas personas sabrán por lo menos alguna lengua indígena? ¿Será que nuestra historia, previa a la conquista de los españoles, está destinada a desaparecer? Incluso quienes colonizaron tienen una huella previa a cuando quisieron expandir sus tierras.
Tal vez ahora gocen de una diversidad que antes no pedían por querer conquistar, pero ese mensaje universal de unión, así como de preservación, sigue latente.
Con la llegada de Avatar: El Camino del Agua parece que continuará habiendo un énfasis en la exploración, así como lo hermoso de descubrir. Mientras siga tocando temas incómodos, con la capacidad de generar un cambio en la humanidad, el éxito lo tiene totalmente garantizado.
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