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Foto: Valeria Chaparro / "Nos gusta venir un ratito, para desestresarse de todo lo que es aquí, la Ciudad de México", compartió don Jesús al diario  

Basta una bocina y un parque público para que en diversos rincones de la Ciudad de México surjan pequeñas burbujas de bailes improvisados, en los que los ritmos de la salsa, cumbia y rock and roll ponen a bailar a los transeúntes, sobre todo a los mayores.

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Cada fin de semana, la Alameda es testigo de estas actividades, que llevan años realizándose. Jesús, oriundo de la capital mexicana, y su esposa Josefina, que viene de Guadalajara, son asistentes asiduos a las reuniones de baile que se organizan en este parque, pues aseguran que se liberan del estrés que ocasiona el caos de la ciudad.

“Nos gusta venir un ratito, para desestresarse de todo lo que es aquí, la Ciudad de México“, compartió don Jesús al diario.

“Me remonto a los años cuando veía a mi mamá bailar danzón, porque mi mamá bailó mucho danzón. Entonces, ya traemos esa sangre de bailarlo y me remonta a los años aquellos”, añadió nostálgico, con La rebelión sonando de fondo.

Por su parte, la señora Josefina destacó el carácter social de los bailes: “Se van conociendo, porque aquí hay muchas personas grandes, que ya son amistades del baile. Me doy cuenta que eso mismo les hace que no estén envueltos en una soledad, cuando están solos en su casa, olvidados por sus hijos, se quedan sin su familia, qué sé yo. Pero aquí vienen y vuelven a la vida, se me hace muy bonito eso”.

En una ciudad caótica y que vive de prisa, como es la Ciudad de México, el gusto por el baile que los adultos mayores, que llegan de diversas colonias del centro, comparten, supone un oasis de diversión y esparcimiento para ellos.

 

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